15 marzo 2013

Almas que arden

El arranque de tu sexo es tan perfecto, 
el calor de tu piel sobre mi cuerpo. 

El deslizarse lento de las yemas de tus dedos.
Me miras, te miro, tiembla el deseo,
pasean por tu lengua las aristas de mi pecho,
puedo sentir tu aliento abrasándome en el cuello.


Se hace mar la orilla que contengo, 

mi saliva arde caliente sobre la raíz de tu sexo.
Dejan de existir la tierra y el cielo, 

me contienes, te muerdo,
sudor salado y huracán en movimiento.


Me incorporo lentamente para que puedas observarme, 

solo importa lo que quiero darte.
Tu mirada se oscurece, me obliga a cabalgarte
Tus manos se hacen roca y solo ansían sujetarme
arqueo la espalda, las gotas resbalan,
tu lengua se hace fuego, la mía se hace agua.


Caemos lentamente a lo que viene después,
solo tiempo pasando hasta volverte a tener,
mi cuerpo se estremece y necesita caer.


El aire se hizo desierto en nuestra cama aquella tarde.
Solo pueden entenderlo las almas que arden.