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17 septiembre 2019

Algo menos



Por fin he encontrado las palabras,
sé que llegan tarde, a un lugar remoto
donde ya no hay nadie.

He tardado varios años en encontrarme con esta mujer
que ahora habita en mí.

Te quiero, siempre ha sido así
algo sigue removiéndose dentro
cuando me alimento de tu recuerdo.

Ojalá hubiésemos sido algo menos
que hubiese durado más.
Me gustaba estar contigo,
más que cualquier otra cosa que pudiésemos hacer,
esas que nos llevaron al desastre inevitable.

Te quiero, siempre ha sido así.
No podría llamar del mismo modo a ninguna otra cosa.

Perdóname, si hice más grande el abismo.
Te perdono, exactamente por lo mismo.

Te dije adiós porque hice más caso a la evidencia
que al corazón,

porque  podríamos haber desolado el mundo
y haberlo después reconstruido
pero tú nunca supiste volver atrás
y yo siempre te he querido.





03 mayo 2019

Una noche sin estrellas



Era una noche cerrada,
sin estrellas ni luna que nos iluminaran.

Tú y yo por una calle desierta
sin decirnos nada.

Me retumbaba en los oídos
el eco de las pisadas,
la respiración entrecortada
el silencio haciéndose espeso
y la mirada siempre fija en el suelo.

Me llevaste lo suficientemente lejos,
a un lugar perdido, donde nadie pudiera vernos.

Nos abrimos en canal
en lo que dura un paseo.

Querías que tu vida funcionara
y dejarte fuera los sentimientos.
Que la vida te encajara
haciendo lo correcto,
yo seguí caminando con la mirada en el suelo.

Quería cuidarte,
que mis palabras se posaran en tu piel
que supieras que estaba dispuesta
a deshacer tus nudos.
A deshacerme yo,
que solo era un nudo más.

Miré alrededor,
a las sombras siniestras 
de los arboles en la noche
escuché tus abstractas palabras
con tintes de reproche.

Me quedé perdida en tus ojos
y pensé - no me conoce- 
y la vida se nos vino abajo
desde entonces.

Ahora sé que todo lo hicimos mal
desde aquella noche.















21 marzo 2018

Rectas y apariencias




¿ Cómo hablarte de placer a ti, que todo lo haces sufriendo?

Corres para tomar el café, solo y sin azúcar, de un solo trago.
Te fumas el cigarro de dos caladas con cara de sufrimiento,
no te perdonas ser humano y te castigas casi todo el tiempo.

Todo para ti es sufriendo.

Comes deprisa, sin mirar el plato,
tienes pautas para follar, hasta eso lo haces ordenado.

Cómo hablarte de placer a ti 
que ni siquiera lo has rozado.

Eres incapaz de improvisar, de dejar que algo te erice la piel
nada impide que cumplas las pautas predecibles que te sueles poner.

Todo para ti es sufriendo.

¿Cómo hablarte de placer a ti ?

Que de todo haces un castigo.

Que todo lo llenas de culpa
y a la montaña más alta
la llamas abismo.

Eres incapaz de soltar el aire,
incapaz de soñar y de volar.
Te has puesto una pesada armadura
sin tener intención de batallar.

Todo rectas y apariencias
nada más.

Todo hielo y roca
nada más.












13 mayo 2016

Ojos apagados




Me he encontrado a la altura de unos ojos que no me estaban mirando,
unos ojos cansados que miraban a través de mí.

Me apagué siendo un punto incierto de su trayectoria,
me apagué sin la luz que proyectaban al chocar contra mi cuerpo.

Si él supiera cuánto los echo de menos.

Esos ojos en los que giraban en absoluto desconcierto
millones de universos.
Esos ojos que gritaban cuando él se encerraba en su silencio.

Me he chocado contra una mirada que ya no guarda nada
que ya no brilla ni baila
que ahora es un estanque vacío que se ha tragado el agua.

Agacho los míos con tristeza para no enfrentarme a los suyos
convertidos en cueva.

Aquellos que se encendían al ritmo del contoneo de mis caderas.

Los cerrabas despacio al contacto de tu piel con mis manos
los abrías brillando en el pasear sosegado de mi boca por tus barrancos.

Me he encontrado frente a unos ojos que no me estaban mirando,
acostumbrados a la tristeza de que siempre les falte algo.

Echo de menos esos ojos que me miraban absortos desde abajo
cuando tu cuerpo sumergido en el mío te mostraba los atajos.

Echo de menos esos ojos que se iluminaban al verme
unos ojos que ahora atraviesan mi presencia
descomponiendo los átomos de mi materia.

Unos ojos cansados que ya no prenden fuego
y me apagué sin la luz que proyectaban al chocar contra mi cuerpo.









19 junio 2013

Aquello que tenía.



Tenía esa delicadeza característica de quienes han pasado de puntillas por la vida, 

esa dulzura efímera que solo es un disfraz y que con asomar de vez en cuando 
te atrapa sin remedio.

Tenía esa profundidad que parece abarcar el mundo, 

esa mirada perdida como si en su interior se estuviesen tejiendo sueños,
pero luego hubo otros momentos, donde descubres que no puedes estar menos en lo cierto.

Tenía ese punto de locura insalvable, una sonrisa escurridiza que casi nunca sale, 

pero que engancha sin freno cuando lo hace.

Tenía el pelo revuelto, mil heridas incurables, un laberinto en la cabeza 

y un abismo inabarcable.
Cometí el peor de los errores,quise rescatarle.

Fue tarde cuando intuí que ahí no entraba nadie.

Mi precipicio y sus abismos, demasiada caída para tan frágiles seres.

Tenía esas manos de pianista que todas las noches permanecían frías, 

esa inteligencia repartida, esa mezcla imposible de pasión y cobardía.

Tenía una luz perdida, como si en algún momento hubiese sido una persona distinta, 
como si llevase dentro todas las cargas conocidas. 

Tenía ese aura triste de quien no entiende que existe.

Fui despojándome de cosas para caber en su hueco, 
pero incluso para mí era pequeño.

Intenté caminar por su cuerda de trapecista, 

intente aprender a funcionar con su mecanismo, 
pero nada es comparable a dejar de ser uno mismo.

Recorrí todos los caminos, convencida de que alguno de ellos era mi destino.

Tenía el interior sin decorar, no había nada dentro de tanta profundidad, 
me fui apagando en silencio por permanecer en el que no era mi lugar. 

Tenía una sonrisa inmensa que comenzó a olvidar, la vida tiene eso, 
siempre acaba por cansar. 

Quise llevarle conmigo a caminar por las nubes, pero quien no sabe hacerlo

tropieza todo el tiempo.

Tenía espacios y ritmos, manías, costumbres y otros organismos,

le contaba cuentos cuando cerraba los ojos y mis dedos caminaban por sus pestañas, paraba el tiempo para que no se ahogara pero era yo quien nadaba.

Tenía cerrojos a montones y mi llave no encajaba.

29 abril 2013

Subidos a una nube.



Nos miramos sigilosos
a través de este velo que nos cubre,
tú en la tierra firme, yo en lo alto de las nubes.
Dos seres parecidos que no ven lo que les une.

Deslizas tus manos por mi cuerpo, comienzo a perder 
la poca fuerza que me queda,
yo paseo mis labios por los tuyos, lo haré siempre que pueda,
al final solo tengo esos instantes que me prestas.

Lo he pensado.
No hay mucho mas que puedas darme.
Yo no sé conformarme,  tú no cambias por nadie.

A veces cuando te observo, me gustaría que nos perdiésemos por el mundo,
pero yo soy intensa y complicada y tú no tienes ni un segundo.

Me pierdo en tu mirada, 
en esos momentos en que nos quedamos fijamente, 
noto desmoronarse los pilares que me sostienen.

Estamos tan cansados, tan heridos, tan de vuelta de todo,
tan cosidos, tan remendados, solo sabemos huir cada uno para un lado.

A veces nos dejamos la coraza sin poner,
sin darnos cuenta nos amamos aunque no lo queramos hacer.
Te veo sonreír. Mi fortaleza tiembla.
Debo ocultar a toda costa lo que quisiera.

Parece que te acercas pero solo es un espejismo.
Es tan difícil pelear con uno mismo.

Hay días de silencio en que mi pasión se quiebra, 
tú estás en tu lado de la calle,
yo en otro extremo de la tierra.

Cierro las heridas que se abrieron nuevamente, 
puedo hacer eso un millón de veces.
Como te digo siempre, cada día amanece.

Te digo adiós, me voy despacio, lo suficiente para que no puedas notarlo.
Nunca pediste que me quedara, tienes el alma encorsetada,
la mía en cambio vive salvaje y desatada, 
tal vez coincidamos algún día cuando tú subas camino de una nube 
y yo esté bajando de la mía.