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08 mayo 2020

En mí



Querías una mujer sutil, que te mirase embelesada
una mujer que te llevara el desayuno a la cama
pero te fijaste en mí
que soy mas parecida a un bocado en las entrañas.

A mí
que se me levantan las paredes solo con la fina linea
del grosor de una pestaña,
a mí, que me gusta caminar descalza, 
porque si me hiero, me lamo las heridas hasta arrancarlas.

A mí que se me enciende la sangre
y no hay quien sepa cómo apagarla,
una bomba de precisión 
una medusa ciega que te encuentra por la voz.

Querías alguien normal que hiciera juego con tu vida superficial
y te ahogaste en mí
que soy la laguna más profunda.

En mí
que habitan los monstruos de los que huyes,
en mí
que lleno de sal tus aguas cristalinas
que soy lo más lejano a tu mundo prefabricado.

En mí
que estuve siempre buscando el equilibrio
poniendo peso
en el sitio equivocado.






28 enero 2020

Aquí donde vives



Aún vives aquí
en este pequeño cuerpo
en el que cabe un universo.

Tus cosas siguen esparcidas
por mi suelo.

Dejaste todo tan desordenado
que no he sido capaz de regresar cada
cosa a su lugar.

Tengo una lamparita en el lavabo
el congelador lleno de libros
y una coraza hecha de telarañas.

Vives aquí
en esta cabeza loca
que te mira con la boca.

Tus desperfectos,
esas grietas en las paredes
de tanto portazo al entrar y salir.

Porque tenías un mundo tan ordenado
que te entretenías desordenando aquí.

En esta playa blanca.
En esta arena fina.
En el agua cristalina.

Vivo desenredando los nudos
que con esmero hiciste para mí
y en medio del desorden me doy cuenta
que aún vives aquí.






Enlazado a tu existencia




Mi temor enlazado a tu existencia
condenado a enraizarse en lo que piensas
como si la verdad calara en ti
y fueras verdad hasta la corteza.

Prolongas las sombras de mi cabeza

condenada a rendirse ante tu fuerza
una balsa flotando en el agua
mientras haces tempestad en la tormenta.


Punzadas agudas en tu presencia.


Como la noche rota

que ha caído sobre nosotros
como el suelo frío 
bajo nuestros pies 
como todo lo que pudo haber sido
y ya no es.

Como el viento soplando

contra una firme pared
inútil ante las piedras 
que no puede derribar.

Como un profundo pozo

al que la luz no llega
como un pájaro herido 
en un nido de cadenas,
así se enreda mi temor 
enlazado a tu existencia.





No eras para mí

Tú no eres para mí
y yo no soy para ti.
Nos rozamos a ratos
en este túnel del tiempo
que hemos creado.

Acariciamos ese momento
porque es el único en que dejamos
de ser oscuros y cerrados.

Nos acercamos
a lo más parecido que conocemos
a ser humanos.

Pero nunca podremos ser un nosotros
porque somos laberintos.

Tú no eres para mí
y yo no soy para ti.

Intensos, complejos
llenos de miedo y de agujeros.
Demasiado protegidos
para hacer algo sincero.

Te haces hueco en mí
porque a ti te vale el más pequeño
yo no sé por dónde ir
ya que jamás estuve dentro.

Acariciamos esos momentos
en que las ideas se esfuman
y quedamos solo en esqueleto.

Jugamos a ser niños
que no arrastran ningún peso
pero la realidad llega en algún momento.

Tú no eras para mí
y yo no era para ti.

Eso es lo único que sacamos de cierto.





Tan lleno de ti




Estás ahí, tan lleno de ti, que no cabe nada más.

Yo miro hacía otra parte 
fabrico una cortina de pestañas
que no puedas traspasar.

Estás a la vuelta de esa esquina 
y no la quiero doblar.
Mis pies se han clavado a la tierra
y no paro de temblar.

Sigues estando en los pliegues de las sábanas
en las cornisas de la ventana
y a veces me meto en la ducha y te encuentro en el agua.

He aprendido a disimular
a fingir que todo funciona
en perfecta normalidad.

Pero cada vez que te veo recuerdo
que ya no cabe nada más.

Que ahora soy un grano de arena
que cualquier brisa puede arrastrar
que ya no tengo la valentía de alzar la cara
si compartimos el mismo lugar.

Y tú, sin embargo, estás ahí
tan lleno de ti
que no cabe nada más.









27 enero 2020

Miradas desde arriba



Se acerca la hora.
No puedo evitar seguir poniéndome nerviosa.

Me pinto los labios y me subo a unos tacones.
Parece que brillo, pero solo es un reflejo impreciso.

Me he transformado en alguien distinto
para poder llegar a ti y hacer juego con tu frío.

Me envuelvo en esa piel que hace a la vez
de coraza y de suplicio.

Yo y mi sencillez,
mis zapatos planos y mi pelo despeinado,
todo ha saltado por un precipicio.

Hago cosas sin sentido,
si no te has dado cuenta, no será
por lo bien que finjo.
No me estabas prestando atención,
por eso no lo has visto.

Me descalzo cuando llego 
porque soy torpe en las alturas,
me miras desde arriba con el gesto insolente de quien no precisa
corazas ni falsas composturas.

Tu mirada honda y oscura
que destroza en mil pedazos 
lo que me queda de cordura.

Y regreso descalza y despeinada
con los labios desgastados
hasta que llegue de nuevo la hora
en que me ponga nerviosa.

Hasta volver a ponerme este disfraz 
que me convierte en otra
mientras tú me miras desde arriba
porque a ti nada te importa.









20 agosto 2019

Superfluas palabras



¿Cómo llevar arrastras un piedra gigante
y que el peso lo soporten unas alas tan pequeñas ?

Superfluas palabras,
cualesquiera que diga, no reparan nada.

Salen rotas y cansadas,
caen sobre el papel en forma de cascada.

Por eso lo hago, aquí donde caen, no manchan.

Porque escribir es vivir en una habitación cerrada
y dibujar en las paredes, las ventanas.

La tarea más difícil es acallar las voces,
silenciar el rumor constante
anudar el dolor a las letras y transformarlo en una frase.

Construir un rincón protegido 
donde no pase nadie
que pise lo verde o ensucie el aire.

Elegir de pareja una palabra
y comenzar el baile.

Escribir para hacer el camino 
transitable
y dejar en el blanco pequeños detalles
que sean verdad a tus ojos
y para el resto, indescifrable.



Escribo
para que el tiempo no me arrastre lo vivido
para no ser efímeros y temporales
los mortales escribimos.

Para saber encontrar el camino de ida
sin extraviarse
y llenar el dolor de limpio aire
soñar con llegar un paso más
donde no ha llegado nadie
y poder arrastrar con la fuerza suficiente
esa piedra tan grande.









17 julio 2019

Otros distintos



Te veo fumando con la mirada perdida en el infinito,
con esa cabeza, tan llena de cosas, que se ha transformado en abismo.

Disimulo, como si no te hubiera visto.

¿Cómo hemos llegado a esto?

A no mirarnos.
A la absoluta transparencia.

¿En que momento dejaron de golpearme la piedras que lanzabas?

Siempre tienes aspecto de estar pensando,
de estar sumergido en un mundo al que no accedemos el resto
de los humanos.

Los recuerdos se me aturullan y me hacen un nudo de marinero.

Tu pelo engominado un domingo por la tarde.
La ropa mojada sobre la cama.
Hielos y limones en rodajas.
Una tarta congelada.
Una ventana abierta y el dibujo de una corbata.

Te miro a traves del aire que se ha vuelto sólido entre nosotros
y los recuerdos buenos se amontonan con los malos y ya no sé
distinguirlos.

Te metiste en la habitación una noche que planeabamos ir al cine,
yo, sentada en el salón, te oía susurrar.
Ese tono de voz solo lo usabas para la persona que estaba al otro lado.

Cuando había pasado casi una hora recogi mis cosas y me fui.
Sin reproches, sin excusas, sin explicaciones.

Elegí ese recuerdo como cumbre del desastre.


Te observo a traves del tiempo que nos ha vuelto imperfectos
y los recuerdos malos se amontonan con los buenos
y ya no sé distinguirlos.

Otro día. Después de 8 horas decidí que ya era hora de marcharme, tenía miedo
de estar ocupando tu espacio y tu tiempo.
Me llamaste y me dijiste que volviera, que por qué me iba tan pronto.

Elegi ese recuerdo como remiendo de lo roto.

Te miro a escondidas, ahora que ya somos otros.

Y los recuerdos se me atascan en el pecho
y se derraman como agua por mi rostro
ahora que ya no somos nosotros.







09 junio 2019

Quizá no es a ti




Quizá no es a ti
lo que echo de menos.

Quizá es a la emoción
o la incertidumbre,
el tobogán
la montaña rusa
las turbulencias
las mariposas de la tripa
el continuo tic tac de la bomba 
que  abandonaste en mi pecho.

Es mi impulso lo que añoro.

Te veo ahora
con esos surcos profundos
enmarcando tus ojos
y esa mata de pelo oscuro
que oculta tu rostro.

Otro ser distinto
que ya no siento mío
un dolor mirarte
que ha traspasado
al sentir primero
cuando quise dibujar en tus dudas
y que tú fueras el lienzo.

Quizá no es a ti
a lo que echo de menos.









08 mayo 2019

Aire amargo




El día que tuve que decirte adiós
el aire sabía amargo,
me abrasaba la piel y las entrañas
tener que respirarlo.

Quise ser valiente, por una vez.
Reuní todo el dolor en una sola frase
porque no existen palabras exactas
cuando se trata de marcharse.

Te parecerá una tontería que te diga
que no he dejado de amarte ni un instante.

Te decía adiós y sabía 
quien tardaría más en curarse.


Supe que desde ese momento
la tristeza me haría de paisaje
que volvería la rabia sobre mí
hostil y salvaje.

Porque nunca es fácil permanecer
si quieres salvarte
y no existen puertas abiertas
cuando se trata de marcharse.


Te decía adiós y sabía 

quien tardaría 

más en curarse.







09 mayo 2018

La pérdida del soporte



Los días me atrapan entre sus largos dedos 
demasiado parecidos a barrotes
en el hueco de la cama ya no encaja mi silueta, 
la sombra de la pared no me reconoce.

Una tras otra, las horas golpeando
han dejado un agujero enorme
por el que escapan esas cosas 
a las que no supe ponerle nombre.

A veces, sin dudar,
es mejor de un solo golpe.

Sin enredos que nos hagan tropezar
sin esa torpe necedad de querer lo que no te corresponde.

Dejar las cortinas cerradas y la luz apagada 
pasear por el volcán
y hacer piruetas en el borde.

Preparar la huida sin perder el norte.

Querer escapar pero no saber a dónde,
escoger al azar un punto cardinal
y caminar hasta el final
donde las olas se rompen.

Que el alma te haga giros
que pierdas el soporte
que alcances el lugar
donde la verdad se esconde.

Que seas capaz de trascender al hombre
que no te empape la pena sanguinea y cruda
cuando brote.

Una tras otra, las horas han logrado
que ya nada nos importe
que hayamos cavado en nuestro mundo
un agujero enorme.





05 mayo 2018

Ese tú imaginado




Ya es tarde para todo.

Pero tenía que decirte
que fuimos a la prueba final
siendo dos simples aprendices.

Intensos, fugaces y sensibles,
más que las propias, nos dolían
las ajenas cicatrices.

Lo hicimos todo mal,
como quien empieza una escalera
y se detiene a la mitad.

Bajábamos y subíamos
constantemente el mismo tramo.

Equivocados.

Tenía que decirte que te quiero todavía,
pero no de la forma confusa y torpe
que conocías.

Que te quiero imaginado
justo en ese instante que precede a la ignición.

Que te quiero desatado
terminando los peldaños que faltaban por subir
enganchado, posiblemente, a otras manos
unas manos duras, más fuertes que las mías.

Que ya es tarde para encontrarnos 
y reconocernos; de tantos golpes, desfigurados.

Pero hay un hueco donde todavía puedo
amar con desvelo a ese tú imaginado.



Imagen:  Abok2

21 marzo 2018

Rectas y apariencias




¿ Cómo hablarte de placer a ti, que todo lo haces sufriendo?

Corres para tomar el café, solo y sin azúcar, de un solo trago.
Te fumas el cigarro de dos caladas con cara de sufrimiento,
no te perdonas ser humano y te castigas casi todo el tiempo.

Todo para ti es sufriendo.

Comes deprisa, sin mirar el plato,
tienes pautas para follar, hasta eso lo haces ordenado.

Cómo hablarte de placer a ti 
que ni siquiera lo has rozado.

Eres incapaz de improvisar, de dejar que algo te erice la piel
nada impide que cumplas las pautas predecibles que te sueles poner.

Todo para ti es sufriendo.

¿Cómo hablarte de placer a ti ?

Que de todo haces un castigo.

Que todo lo llenas de culpa
y a la montaña más alta
la llamas abismo.

Eres incapaz de soltar el aire,
incapaz de soñar y de volar.
Te has puesto una pesada armadura
sin tener intención de batallar.

Todo rectas y apariencias
nada más.

Todo hielo y roca
nada más.












27 noviembre 2017

Esconder



Esconder las alas para que no se ofendan
quienes no saben volar.
Esconder las ganas para no ser el primero
en tropezar.
Taparse las rendijas para que nada salga
aunque tampoco nada pueda entrar.
Esconder la verdad para que sus mentiras
no la puedan ensuciar.

Esconderlo todo tras el tapiz opaco
que usamos al decorar.

No ser demasiado bueno
no ser demasiado claro
ni demasiado oscuro
ni demasiado malo.

Esconder las aristas 
que sobresalen en la recta,
no hacer ruido,
agachar la cabeza
o levantarla tanto
que te sobren piezas.

Llenar todo el espacio
aunque no haga falta
aumentar la voz
acortarse la falda
acoplarse a las expectativas
de quien paga
olvidar lo que importa
y ser esclavos de un fantasma.

Esconderse del mundo
con los dedos en los ojos
navegar en vendaval
con un sencillo soplo.

Vivir a la mitad
o esconderse de los otros.







14 noviembre 2017

Procura que no te afecte



Querer a alguien y conseguir que no te afecte lo que siente.

Tornarse fría, insensible y ausente.
Hacerte un traje con la pena impermeable y resistente
y esperar pacientemente a que los astros se posicionen.

¿ Cómo demonios se hace todo eso?

Me rompiste tú, pero rota no me quieres.
Me sujeto los pedazos con alambres y alfileres.
Rogando que no lo notes y te quedes.

No mienten los gestos.
La oscuridad tampoco miente.

De todas las heridas que me causé por intentar entenderte
la más dolorosa fue cuando me dijiste  - Por favor, procura que no te afecte -
como si esa elección fuese mía y no estuviera en tus manos hacerla distinta.

Vacío pesas más, esa es la parte que no comprendes.
Que solo quiero que seas, que ya no quiero tenerte.


Descender hasta encontrarse
en un punto intermedio que no ha pisado nadie.
En un recóndito lugar inhabitable.

Seamos valientes.
Seamos sinceros.

No dejaremos que la tristeza se nos cuele por las grietas.
No seremos marionetas de la inercia.
Seguiremos otro camino y
tropezaremos en otra piedra.

Deshacerse despacio hasta alcanzar el punto exacto
dónde seas una pequeña parte de algo llamado pasado.

Procura que no te afecte.
Esfuérzate lo suficiente.
Elige bien tu posición, yo no voy a moverme.

Todas esas ordenes inconscientes
que me arrojas como golpes en las sienes.

Seamos valientes.
Seamos sinceros.   

Ya sé que no puedes.

No fuiste mi herida más profunda 
quizá solo fuiste la peor curada.

Seamos sinceros
seamos valientes.

Ya sabemos que no podemos.
Procura que no te afecte.

Huyo de ti, torpe y asustada 
porque has llegado a la raíz
y me has dejado la pena incrustada.

No había nada sincero ni valiente en nosotros
y lo peor no fue romperse del todo
fue peor enamorarse de lo roto.





17 octubre 2017

Luz crepuscular





Tu luz crepuscular
iluminando mi orilla
unos dedos paseando por la nuca
haciéndome cosquillas.


Quizá esta vez
sea la última
quizá mañana esta orilla
no sea iluminada.


Me enredo en tu cuerpo
con ansia inaudita
y me aferro como un naufrago
a las astillas.


Como si pudiera retener
el olor de tu piel
 y guardarlo después
en un cajón de la mesilla.

Quizá esta vez
sea la última
una triste huérfana de tus caricias
que espera tu luz crepuscular
sentada a solas

en una orilla.