09 mayo 2018
La pérdida del soporte
Los días me atrapan entre sus largos dedos
demasiado parecidos a barrotes
en el hueco de la cama ya no encaja mi silueta,
la sombra de la pared no me reconoce.
Una tras otra, las horas golpeando
han dejado un agujero enorme
por el que escapan esas cosas
a las que no supe ponerle nombre.
A veces, sin dudar,
es mejor de un solo golpe.
Sin enredos que nos hagan tropezar
sin esa torpe necedad de querer lo que no te corresponde.
Dejar las cortinas cerradas y la luz apagada
pasear por el volcán
y hacer piruetas en el borde.
Preparar la huida sin perder el norte.
Querer escapar pero no saber a dónde,
escoger al azar un punto cardinal
y caminar hasta el final
donde las olas se rompen.
Que el alma te haga giros
que pierdas el soporte
que alcances el lugar
donde la verdad se esconde.
Que seas capaz de trascender al hombre
que no te empape la pena sanguinea y cruda
cuando brote.
Una tras otra, las horas han logrado
que ya nada nos importe
que hayamos cavado en nuestro mundo
un agujero enorme.