28 junio 2016

Por eso me voy



Yo no sé si tengo la capacidad de hacerte daño,
pero si en un descuido involuntario me la has dado,
no quiero hacerlo.

Por eso me voy.


Si me quedo te lo haré,
te lo harán mis cicatrices al tocarlas
te lo hará la opacidad de mi mirada
te lo harán esos abismos
que antes eran alas.

Si me quedo sentirás
que ya me he ido,
que no me queda vida
aunque oigas mis latidos.

No quiero herirte,
ni encerrarte aquí conmigo.
En el siniestro lugar
en el que me he perdido.

Quiero que sanes de este choque
que es habernos encontrado
que te gires sin mirarme
que te sueltes de mi mano.

Si me quedo te lo haré
porque no sé contenerme
no aprendí la diferencia
entre golpear y protegerse.

Si me quedo te lo haré
porque no puedo entenderte
porque somos diferentes
porque llenar el espacio
nunca ha sido suficiente.

Si me quedo te lo haré,
te lo hará esta sombra de mí
en la que me veo convertida
esta niña asustada que se protege
de tu brisa.

Te lo harán mis recuerdos
cuando no pueda esconderlos
te lo hará mi miedo
filtrado entre los besos.

Nunca quise herirte
ni decirte que te quiero
ese amor que idealizaba
porque no estaba a mi alcance.

Por eso me voy...
jamas logré rozarte.












25 junio 2016

Lamento



Lamento que el dolor no te deje vivir.
Lamento que me haya cogido en medio.

Lamento no haber brillado suficiente
como para iluminar tu mundo.

Lamento que no hayamos sabido comprendernos
no habernos encontrado menos rotos, menos locos
o en otra etapa del trayecto.

Lamento que no hayas mirado hacía el lugar correcto,
enmascarar la verdad siendo solo cuerpo.

Lamento que estés tan roto, que no te quede a salvo un solo trozo.
Que nunca permitieras cuerdas en lo profundo de tu pozo.

Lamento que tu barro ganase a mis alas.
Que tu oscuridad se tragara mis ganas.

Lamento no tener la llave que libere a tus demonios,
haber sido un lastre más en tu cansada espalda.

Lamento haberte mostrado desnudos mis sentidos
como si pudiese sostener el desmorone que supones.

Lamento no tener nada más para ofrecer
lamento la necedad de chocar una y otra vez.

Lamento tener que detenerme
porque soy un río de poderoso torrente.

Lamento que tu tristeza me fuese inmanejable
no haber sabido estar y haber querido quedarme.










24 junio 2016

No quiero nada más



Una tenue linea de luz atraviesa la ventana.
Tu cuerpo y mi cuerpo rendidos sobre una cama.

Aún estás dormido,
mientras dibujo interrogaciones en tu espalda.

Nunca me canso de imaginarnos,
yo, que de todo me canso.

A veces solo quiero fundirme en tus manos
y no quiero nada más.

Me levanto de puntillas para cerrar las cortinas
para que sigas durmiendo
para quedarnos así
abrazados en silencio,
en este reducto de mundo
donde estamos a salvo de nosotros mismos.

A veces solo quiero tu cuerpo
y enredar tu pelo entre mis dedos,
y no quiero nada más.

Me detengo a observarte
me pareces un ser extraño
que solo brilla cuando arde.

Un meteorito sumergido en un estanque.

A veces solo quiero odiarte
como primer paso para olvidarte
pero miro tu piel malherida
y solo anhelo cuidarte.

A veces solo deseo que se cierren esas heridas evidentes
verte menos roto para irme sin sentirme culpable.

Porque a veces solo quiero
que dejes de importarme
y no quiero nada más.











20 junio 2016

Asustada y precipitada



Te echaba de menos
pero ahora solo estoy asustada.

Incapaz de avanzar o retroceder.

Me asusté
porque vi de nuevo ese lugar siniestro
donde acabamos siempre.

Y ya no soy tan fuerte, tan loca  ni tan valiente.

Nunca se debería pedir perdón
por sentir lo que se siente.

Pero yo te lo pido constantemente.

Como si el amor fuera un lastre
que debes arrancarte rápidamente.

Pedir perdón demasiadas veces
por entrar en tu mundo sin que lo pidas.
por la intensidad y por el miedo
a no ser lo que necesitas.

Te pedí perdón por confesar que te añoro
que te echo de menos aunque no nos queden
fuerzas para hacerlo de otro modo.

Me vi
precipitada y arrepentida.

Avergonzada por mostrar mis debilidades
a quien no sabe interpretarlas
a quien hace de mis granos de arena, una montaña.


Te echaba de menos
pero ahora solo estoy asustada.







16 junio 2016

Demasiada delicadeza.




Demasiada delicadeza.

Sobraban buenas intenciones y faltaba fuerza
lo veo ahora, al otro lado, tras cruzar la puerta.

Pensar demasiado y darle a todo tantas vueltas,
volverlo todo espeso y complicado
por no haber encontrado
la definición correcta.

El miedo a decir en alto las cosas que piensas
que al ponerles voz se hagan reales y no dejen espacio para soñar.

Demasiada delicadeza.

Actuar como si llevara en el bolsillo, escondida,
la llave maestra.

Partirme en mil para que elijas la que te encaja.
Guardarme el resto para que no te sobre nada.

Mi alma prudente y cuidadosa frente a la tuya, descuidada.

Demasiada delicadeza.

Sujetando el aire que hará vibrar las cuerdas.
Agachando la cabeza
conteniendo la verdad
para que nada te entorpezca.

Mi cuerpo menguante para que el tuyo crezca
reposando despacio sobre la hierba
mientras me deshojo frente a ti
con demasiada delicadeza.







10 junio 2016

Qué feo todo



Qué feo lo estás haciendo.
Qué feo se ha vuelto todo.

Qué oscuro
qué vació
qué siniestro.

Me daba pena
y luego rabia
y un montón de otras cosas
que no supe nombrar.

Y luego solo
fealdad.

Feas las formas y los fondos,
fea la oscuridad que ofreces
a quien es valiente para mirar.

Yo ya no estoy ahí
me evado llevando mi mente a otro lugar,
y dejo mi cuerpo para que tengas algo sólido
contra lo que estrellar tu soledad.

Me levanto
manchada de culpa
y de fragilidad
y me sacudo tan fuerte como puedo
porque le has robado la belleza
a lo que siento
y a golpe de martillo
lo has vuelto todo feo.














Sangrar hacía dentro



Los malos recuerdos han ganado a los buenos.

Y no dirás que no luché por conservarlos,
a cuestas con ellos a través de las zanjas que has
ido cavando a lo largo del tiempo.

Se han ido ensuciando esas cosas bonitas 
con el polvo y la tierra que a veces me tiras.

Hemos ido sumando y haciéndolo peor a cada rato
dejando lo bueno desnudo, hambriento y desesperado.

No quería decirte que ya casi no recuerdo
tus labios al reírse.
Que no recuerdo nada sincero
y eso me pone triste.

Y no dirás que no puse voluntad en el intento
luchando por sacarnos a los dos de tu agujero.

Tienen ausencia de luz nuestros recuerdos
porque hemos sumado tanto malo
que no hemos dejado hueco para lo bueno.

Y sé que leerás esto pensando que exagero
que le di demasiada importancia a los días negros
pero qué demonios sabrás tú de todo eso,
si no te salpican mis gotas
porque sangro para dentro.





03 junio 2016

A tus piedras con mis plumas




Si no puedo derribar tu muro al menos quiero que sonrías al otro lado.

Fui muy torpe con eso de pensar demasiado.
Tus pistas no llevan a donde conducen las del resto,
interpretarte como si fueses sencillo fue mi error al descubierto.
Me he propuesto volver a ser quien era,
actuar con el corazón abierto, no fingir ser alguien que no soy
ni ajustarme con dolor a ningún hueco.

Me he propuesto acercarme sin mirar, 
sin darle importancia a esas trampas que hay salpicadas por el camino, 
para que aunque no podamos entendernos
al menos logremos reírnos.

Cuanto más severo sea tu gesto aprendido, más grande será la sonrisa que te ofrezca
cuanto más seco y rotundo sea el tono de tu voz, más dulce y pacífico será el mío.

Responderé a tus piedras con mis plumas
para que tengas siempre a mano un alma limpia
dispuesta a dibujar claridad en tu espesura.

Responderé a tu silencio con música y ternura
porque eso es lo que siento y no
lo que me dicta tu cordura.

No daré importancia a esa horrible máscara
tras la que te ocultas
no me esconderé de ti
porque ya no me asustas.

Volví a ser quien era antes y se despejaron las dudas
y si algún día sientes que tienes algo que reprochar
te ofreceré sinceramente mis disculpas.

Mientras tanto responderé
a tus piedras
con mis plumas.









Un suspiro demasiado profundo



En un suspiro demasiado profundo
he desperdigado los trozos del mapa
que nos marcaba el rumbo.

Han volado las cenizas del incendio
que devastó nuestro mundo.

Allí en el aire, desordenadas
y mis manos vacías intentando ordenarlas.

No supe hacerlo sola. Te necesitaba.

No me cabían en la ausencia tantas palabras
me dolía más a mí que a la pared que golpeaba.

Una razón era suficiente, aunque fuese inventada.

En un suspiro demasiado intenso
dejé escapar las consecuencias de tu recuerdo.

Decir lo siento, mientras frenas el recorrido de mis lagrimas
con los dedos.

Decir te quiero, mientras freno el golpear de la sangre
contra el pecho.











Cosas para después





Con las prisas y los sobresaltos me quedaron cosas por hacer.
Esperaba la parte llana y continua del camino, pero se nos llenó el suelo de agujeros.

Si hubieses probado mi arroz negro te habrías chupado los dedos,
me lo reservé para una ocasión especial, cuando dejásemos de saltar.

Lo guardé en el rincón de las cosas para después,
cuando después era una posibilidad.

Ese rincón que se me ha quedado lleno de cosas, ocupando espacio y ensuciando el aire.

Una playa.
Un viaje de fin de semana.
10 fotos en blanco y negro.
La verdad sin adornos.
Confesar el miedo.
Lanzarse sin salvavidas.
Cobijo, dulzura y caricias.
Una balanza.
Clases de guitarra.
Un libro dedicado.

Nunca dejaba nada para luego
y luego te conocí.
Comencé a buscar momentos mejores
porque siempre era un mal momento.

Comencé a filtrar mis sentimientos, a pensar de más y a sentir de menos
a reservarme cosas y a saltar los agujeros.

No supe ver que no había después
y todo aquello que guardaba me pesa ahora.

Yo era feliz con mis tropiezos, con mis defectos sin tamizar,
con los ojos cerrados y el corazón de par en par.

Estoy vaciando ese rincón poco a poco,
sacando una cosa cada día.

Recorriendo una playa en la que no estás
dibujando huellas en la arena que ya no quieres seguir.

Abrir el pecho y dejar salir
todas las cosas que guarde en un después para ti.