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22 abril 2016

Un cuento cada noche



Erase una vez una mujer que tenía por castigo la vida
y un cuerpo de paisajes abruptos
que acababan en pared.

La conocí un día o tal vez creí conocerla
entre las capas de coraza que llevaba encima.

Me enamoré perdidamente, que es la única forma de enamorarse
que aún puedo comprender.

Como no sabía hacer retratos, cada noche escribía un cuento
que siempre se llamaba erase una vez una mujer .

Los guardaba en un viejo cuaderno bajo la almohada,
esperando compartirlos con ella la noche en que por fin se desnudara.

De la ropa
de las capas
de las corazas,
hasta quedar suspendida en el aire sustentada por sus alas.

Erase una vez una mujer
que andando de puntillas hacía agujeros en el suelo.

Erase una vez una mujer
que hacía bonitos los remiendos.


Una mujer que tenía abismos
donde el resto tenemos cicatrices
todas las noches un cuento
y nunca comimos perdices.






Chica Joven, Mística, Blanco Y Negro







30 marzo 2016

He dejado de creer

Fotografia de Maud Chalard  http://chalard-maud.tumblr.com/


 Ayer vi a una vieja amiga con la que hacía mucho tiempo que no compartía charlas filosóficas en torno a un café.
Hablamos durante horas de nuestras vidas, de lo divino y de lo humano.
Acompañamos con risas y a ratos con amago de lágrimas, el resumen de lo que había sido de nosotras.
-Yo ya no creo en el amor- me dijo.
Como si el amor fuera un unicornio o una sirena.
Me entraron ganas de reír, yo que le llamo amor a casi todo.
Me dijo que vivimos en un mundo que no da lugar a él.
Que todo el mundo tienen algún interés y que no conoce a ninguna pareja enamorada.
Quizá ese es el error.
Creer que el amor solo puede ser hacía otra persona, y que debe ser correspondido y que debe ir acompañado de estabilidad o de papales que lo corroboren.

Yo amo la literatura,
y a mis perros
y a mis amigos, a los pocos que resisten mi locura.
He amado caricias.
He amado sin ser correspondida,
y he amado el amor que me tenían.
El amor es un sentimiento y existe. No se puede dejar de creer en él.
Tal vez lo que ocurre es que le llamamos amor al concepto que nos hemos hecho.

A veces quien te ama se va. Y no es menos amor.
A veces a quien amas te duele. Y no es menos amor.

- Se vive mejor y más tranquila pensando así- me soltó de golpe,
como si fuese una elección.

Me has dado qué pensar.
¿Si pienso que el amor no existe estaré mejor?
¿Por qué no hacemos lo mismo con otras cosas?
Te propongo que dejemos de creer en la decepción,
en el miedo, en los celos, en el daño, en la ausencia,
en el absurdo concepto de que el otro es nuestro.
Dejemos de creer en el deseo, en la tristeza, en el orgullo...

Seamos seres racionales sin impulsos.

Con todo el dolor que cabe dentro
yo me quedo con mi mundo.






06 marzo 2016

Maniquí



Yo era un objeto creado con restos de otros objetos.

Tuve distintas utilidades y diferentes dueños.

Durante varios años viví en un taller de costura.
Era un lugar maravilloso lleno de alegría y movimiento, cada día alguien me cubría
con preciosas telas y durante largos ratos, en lo que parecía un juego, 
repartían alfileres por la tela, ajustándola a mi cuerpo.

Me pusieron nombre y algunas de las personas que me visitaban, me hablaban
de sus cosas.
De su vida, de sus sueños.
Un día, unos señores desconocidos me alzaron por los aires y me metieron a oscuras en 
un camión.

Me había quedado antiguo.

Me quede a oscuras allí dentro un par de días, imaginando cual sería mi nuevo destino.

Una pequeña tienda de barrio, una tienda de uniformes.

Empecé siendo enfermero.

Al principio, aquella pared de cristal que hacía de barrera entre el mundo y yo, se me antojó divertida.

Podía pasar el día entero viendo pasar los coches, las personas, algunos se paraban y también me 
miraban.


Los días de lluvia casi nadie se paraba, pero aprendí como suenan las gotas de lluvia contra un cristal.

Por las noches una cortina de metal apagaba mis vistas hasta la mañana siguiente.

Fui enfermero,camarero, conductor de autobuses y cocinero.
Bueno, no lo fui, me vistieron de.

Una mañana la cortina de metal se quedó cerrada.
y pasaron muchos días hasta que la luz volvió.

Me desnudaron y volví a ser maniquí.

Pase varios días en un estrecho cuarto amontonado con otros como yo,
hasta que alguien abrió la puerta y pude, por fin, ver como eran las noches.












01 febrero 2016

La vida que tenías cuando yo te imaginé



Me miré en ti y me vi reflejada.
Tus rarezas se parecen tanto a las mías
nuestras taradas neuronas rebotando como locas.

Te imaginé otra vida, en la que no guardabas cosas detrás de las cortinas,
una vida alternativa en la que nos encontrábamos y
los caminos a recorrer eran  mucho más sencillos.

Hoy me he visto escribiendo en la terraza,
con esta expresión abstraída tan parecida a tu cara.
Tú estás en la habitación donde trabajas,
donde te mueves entre datos mucho más certeros
que la complejidad humana.

Ambos circulando en nuestras propias galaxias.

Respetamos los escondites donde crecen nuestras almas.
Esta casa está llena de ventanas.

Nos encontramos de repente en un pasillo
bajamos de la nube, y al mirarnos sonreímos,
no resulta fácil sentirse comprendido.

Deseo tus caricias y el fluir de tus corrientes
luego puedes volver a encerrarte
mi espíritu salvaje nunca va a juzgarte.

Nos deshacemos los nudos solo con mirarnos.

A veces somos nosotros, otras no se queda nadie,
nos movemos por el aire y
desconectamos el mundo.

Te imaginé otra vida, llena de luz y de sonrisas
una en la que eras feliz con el soplo de mi brisa.

30 noviembre 2015

Providencia




Llegó mi turno de entrar en la habitación.

Aquella señora de piel acartonada, cuyos ojos excesivamente maquillados podían ver tu alma,
llevaba muchos años haciendo aquella suerte de ritual que indicaba cual era tu propósito en la vida.

Providencia. Así se llamaba.

Todos en algún momento debíamos sentarnos frente a ella.

Entré en esa habitación oscura con más curiosidad que miedo.

Todos sabían a que iban a dedicarse en la vida dependiendo de lo que ella les decía.

A mi amiga Sole le dijo que su capacidad era entender cálculos complejos.
Y a mi amigo David que la suya era cuidar a la gente.

Ella no te decía a que debías dedicarte o que tenías que estudiar.
Solo te indicaba cual era tu cualidad primordial y dejaba en tus manos que tomaras,
en torno a ella, la elección correcta.

Me senté en una silla vieja de madera que crujía al menor movimiento.
Aguante la respiración mientras reunía valor para mirarla a los ojos.

Dentro de esos arcos de colores estridentes había dos ojos pequeños y redondos que miraban con
una profundidad desconocida para mí.

-No tengas miedo- me dijo. 
-No lo tengo - susurré.

Tengo que hacerte tres preguntas, debes responder rápido sin pensar demasiado y debes decir la verdad, porque si no es así, lo sabré, luego cerrarás los ojos y extenderás las manos con la palma hacía arriba y yo las cogeré.

-¿ Dónde estás?-
-¿ Qué te sobra?-
-¿ A qué temes?-

-En tu casa-
-Intensidad-
-A que mi cuerpo siga viviendo cuando mi alma deje de hacerlo-


Cerré los ojos, extendí las manos y sentí como ella las recogía entre las suyas.
Un calor cercano se fue extendiendo por mis brazos, duró a penas unos segundos.

-Tu capacidad es comprender-

Soltó de golpe, sacándome de ese trance de calor y oscuridad en el que me había sumergido.

-¡¡¿Cómo?!!-  

-Tu capacidad es comprender- repitió en tono neutro como si le hubiese preguntado qué día era hoy.

¿ Que significa eso?

Tu capacidad será comprender la naturaleza humana.

¿ Para que sirve eso ? ¿ Que se hace con eso ?

En una catarata de preguntas sin respuesta me empujo hasta la salida.

Todos sabían qué hacer con su capacidad, todos menos yo.

Nadie que yo conociese había cuestionado las palabras de Providencia, ni habían tomado un camino distinto al que ella les mostraba.
Nadie que yo conociese había recibido una respuesta que no entendiese.

Cuando llegué a casa, decidí mentir.

Mi familia esperaba nerviosa en torno a una mesa con café y galletas.
Dudé por una fracción de segundo entre la verdad y la comodidad de lo sencillo.

Escribir.  Mi capacidad es escribir.

Todos saltaron de alegría porque esa era la única respuesta que esperaban oír.

Han pasado 30 años por mi cuerpo y  por la vida desde que Providencia soltó mis manos.

Hace un par de noches, mientras daba vueltas en la cama porque las preocupaciones no me dejaban espacio para estirar las piernas, recordé sus ojos pequeños y redondos.

Soñé con ser niña otra vez y encontrarme de nuevo frente a ella,
pero en mi sueño ella no me cogía las manos, ni siquiera me miraba, con
absoluta indiferencia y gesto cansado me decía que mi capacidad era escribir.

Yo le rebatía que no era esa y en una rocambolesca discusión de y no transcurrían las horas
en mi sueño.

Me desperté angustiada y me lance a la cocina para buscar un vaso de agua
al regresar encontré una nota de papel sobre la cama.

Podrás actuar como si fueras otra persona
como si fueran verdad las cualidades con las que te decoras
pero cuando se apague la luz y te encuentres a oscuras y a solas,
ya no habrá en tu esencia nada más que sombras.

Y lloré porque yo era una persona
y no había conseguido comprenderme.