22 octubre 2020

Noche amarga



Las plantas de los pies contra el frió suelo.

No he sentido magia
somos los restos de algo averiado
que antes funcionaba.

Me quedo helado, sentado al borde de la cama

y oigo tu respiración en mi espalda
nos cruzamos el frío ante la ausencia de palabras.

En la pared dos sombras recortadas

dos seres vacíos que se han dejado  el contenido en la puerta
para que no estorbara.

Quiero despedirme 
pero no sé cómo hacerlo.

Me giro, veo tu mirada perdida en el techo.

- Lo siento- y lanzo la mía contra el suelo.

He contado las baldosas que hay 
entre la cama y la puerta.
Si saliese corriendo ahora, la dejaría abierta.

Nuestro peso me paraliza.
Intento recordar quienes éramos
antes de que el mundo nos pusiera boca abajo
y la pena se llama ahora No poder recordarlo.

Los planetas están más cerca de lo que nosotros estamos.

Me visto despacio, esperando algo...
no nos hará de soporte el tiempo dilatado.
Un beso en la mejilla
un roce en la mano
10 baldosas hasta la puerta
y nos hemos acabado.









Charcos



No para de llover
y en el fondo de mi alma
se está formando un charco.

La humedad atraviesa los huesos
los rostros están desfigurados.
Sin luz, se han fugado los colores
y deseo que mi charco cubra, para cruzarlo a nado.

No para de llover
y el papel de la pared se ha levantado
las ventanas ya no cierran,
mi suelo firme, todo mojado.

Una manta sobre las piernas
tan heladas como las manos,
que ya no saben refugiarse
en la calidez de otro tacto.

Y llueve fuera
mientras tanto
en la esquina perdida
de mi universo cerrado.

El agua,
que lenta goteaba
se ha convertido en lago

pero a mí no me quedan fuerzas
para cruzarlo a nado.