24 marzo 2017

Descalzos




Descalzos, consecuentes y callados
esquivando las palabras
que puedan ensuciar este trato meditado.

Me marcho
dejando el espacio intacto
como si nunca hubiera sido
el objeto de tu tacto.

Me marcho 
te dejo limpio el suelo
que tanto hemos pisado.





21 marzo 2017

Estar a salvo



Estés dónde estés
quiero que sepas que si volvemos a encontrarnos
en esta vida o en otra,
con esta piel o con otra,
volveré a quererte como aquella vez.

Fuiste un parpadeo
y yo me quedé enamorada del monstruo 
que te albergaba.

Te fuiste y me dejaste con él.

Te quise tanto,
con esa fragilidad que asomaba
a través de las grietas.

Te quise tanto
que no supe ver
cuando ya no estabas.

Estés dónde estés
fuiste real por un instante.

Si hubieses visto cómo me quedé,
allí, en aquel pozo oscuro, esperando volverte a ver.

Te cubrí de piel
porque a veces amamos con los ojos
y me valían sus labios
y me valían sus manos
pero tú ya no estabas.

Lloraba a solas
porque a él mis lágrimas le estorbaban.

Y recordé la forma en que tú me abrazabas
para frenarlas.

Ese monstruo que habitabas
nos mató a los dos
y ahora yo le veo cada día.

Me repito que esos ojos no son los tuyos
que parecían iguales pero miraban de otra forma.
Que esa boca no es la tuya
que parece igual pero está muda.

Estés dónde estés
si algún día volvemos a encontrarnos
te amaré con la misma fuerza que te guardo,
aquí, en el cajón de la memoria
dónde estaremos a salvo.









17 marzo 2017

Aún podemos



Espero que no creas que ya lo sabes todo.
Espero que no te hayas acomodado o que no te hayas rendido.

Aún podemos tiritar
sorprendernos
divagar
aprender a caer
y llamarlo aterrizar.

Aún podemos bailar,
subirnos a una cumbre
solo por las vistas,
abrazar
caminar
salirnos de la pista.

Arrancar
tropezar
colisionar
descubrir almas nuevas
y volar.

Pensar
calcular
y razonar
que luego no importe nada
y te dejes desmontar.

Unir las piezas
en otro orden
y ver algo distinto,
lamer
acariciar
romper y sanar.





07 marzo 2017

Llorar por ti



Lloré por ti, y salpiqué a otros con mi llanto,
a otros que supieron ocupar un lugar distinto
al que un día ocuparon.

Me hicieron de refugio sus abrazos
porque nadie te consuela mejor que quien te conoce
a través de unos ojos encharcados.

Lloré por ti,
por no haber llegado hasta tu lecho marino
por haber rozado tan solo la superficie
como le corresponde a quien es solo un capricho.

Lloré por mí.
Por haberte querido,
por no anticipar el final
que asomó desde el principio.

Lloré por ti, e inundé las cimas de mis montañas
me dejé caer hasta el fondo
con una roca atada a las entrañas.

No servían para hundirse este pequeño cuerpo
ni su esencia liviana.

Lloré por nosotros 500 días
cada mañana.

Allí, en el fondo marino
donde las lagrimas se funden con el agua
para que nadie supiera nunca
cuándo lloraba.