Lloré por ti, y salpiqué a otros con mi llanto,
a otros que supieron ocupar un lugar distinto
al que un día ocuparon.
Me hicieron de refugio sus abrazos
porque nadie te consuela mejor que quien te conoce
a través de unos ojos encharcados.
Lloré por ti,
por no haber llegado hasta tu lecho marino
por haber rozado tan solo la superficie
como le corresponde a quien es solo un capricho.
Lloré por mí.
Por haberte querido,
por no anticipar el final
que asomó desde el principio.
Lloré por ti, e inundé las cimas de mis montañas
me dejé caer hasta el fondo
con una roca atada a las entrañas.
No servían para hundirse este pequeño cuerpo
ni su esencia liviana.
Lloré por nosotros 500 días
cada mañana.
Allí, en el fondo marino
donde las lagrimas se funden con el agua
para que nadie supiera nunca
cuándo lloraba.
con una roca atada a las entrañas.
No servían para hundirse este pequeño cuerpo
ni su esencia liviana.
Lloré por nosotros 500 días
cada mañana.
Allí, en el fondo marino
donde las lagrimas se funden con el agua
para que nadie supiera nunca
cuándo lloraba.