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28 enero 2020

Soltando



Me dicen que escribo triste.
Que a la gente tanta pena se le atraganta.

Deberías alternar con un poco de alegría.
Cuenta de vez en cuando cosas bonitas.

Pero a mí no me parecen feas las heridas.

Deberías esforzarte en ser más positiva.
Eso no vende.
Tiene mala salida.

Aún no he hablado de tristeza seriamente.

La he rozado y paseo por ella como otros pasean por la acera,
casi sin pensarlo.

Todo lo que dices sabe a nostalgia
a pena mal curada, a dolor profundo en las entrañas.

  Mis musas son siniestras.
¿ Qué quieres que le haga?

Siempre entendí mejor a los monstruos
que el lenguaje de las hadas.

Me dicen que a la gente tanta pena se le atraganta.

Por eso escribo, para soltarla.










13 noviembre 2016

Vomitar los desaciertos



Estoy buscando un terreno neutro donde alojarme,
porque me han dicho que mis letras son furiosamente
pasionales.

Vamos, resumiendo, que se adivina lo que siento.
Que entre las letras asoman los monstruos del averno.

Me ha dado miedo
ir tan desnuda
vomitando mis desaciertos.

Ya no los llamo errores ( desde hace tiempo ) 

Mis palabras dan vueltas
hasta adquirir otro sentido.

No es real todo lo que digo
ni soy solo lo que escribo.

Decoro todo para que no se note que me desnudo.
Transformada en poesía, la frialdad no me hace nudo.

He creído necesario explicarme,
para mí todos los soplos son vendavales.

Cuando digo que me duele siempre duele un poco más
cuando escribo que me duele ha comenzado a cicatrizar.

Cuando escribo de deseo mis dedos van primero
cuando escribo sobre el miedo, estoy hablando del tuyo.

Cuando cuento que me he roto
es que he encontrado algún pedazo
cuando deseo que encuentres lo que estás buscando
es porque de verdad me has importado.

Cuando escribo con rabia
es para esconder el daño
cuando no digo nada
es que lo estoy asimilando.

Cuando escribo de flores 
es la tierra que ha comenzado a secarse
cuando hablo de estar
ya estoy en otra parte.

También me alimento
de sentimientos irreales.

Entre tanto caos 
¿reconoces las verdades?


















23 septiembre 2016

Lúgubres charcos




Podría inventarme una historia
en la que haya pasión y tormenta
o alguna de esas en las que te ves
empujado por la inercia.

Inventar un lugar
que no hayamos pisado
y llenarlo de luz, de agua
y de pájaros.

Dibujar un infierno
de lúgubres charcos
donde se ahogue la rabia
que me ha brotado.

Puedo contarte un cuento
donde a Caperucita se la come
un lobo siniestro.

Inventar un lugar
que no hayamos arrasado
entre el dedo pulgar
y el núcleo caudado.

Puedo llenarte un poema
de parajes inventados
y colocarte sobre él
como un simple decorado.

Llorarte de frente
mientras cierro los candados
porque soy tan valiente
que me vuelvo descarado.

Puedo dibujar colores
sobre el negro fondo 
que nos ha quedado
podría escribir cosas bonitas
sobre las hojas en blanco
pero permanecemos ahogados
en lúgubres charcos
y solo queda voz para un final
que no estaba preparado.

Colorín, colorado
este drama se ha acabado.











11 mayo 2016

Otro final para esta historia



Olvidas que soy escritora,
que perfectamente puedo inventar otro final
para esta historia.

Que no preciso tu parte del cuento,
que la realidad es demasiado vulgar
y cuando te escribo eres perfecto.

Que en los recónditos lugares
que mi imaginación gobierna
tu piel es un espejo
donde no encajan las piezas.

No olvides que tengo esto,
estas páginas en blanco para construir un universo.
No necesito tu parte del cuento.

Me has dado inspiración para
ochocientos versos.

Olvidas que soy escritora,
que perfectamente puedo inventar otro final
para esta historia.

Y ahora, discúlpame si te dejo,
voy a comerte a besos,
voy a cerrar los ojos y a quedarme dentro,
a mejorar tu tacto y ralentizar tus tiempos.

En mi poderoso universo te he convertido en objeto
y nada puedes hacer para cambiar lo que siento.







28 marzo 2016

138 borradores



138 borradores.


Demasiado susceptibles de identificarse con la realidad.


138 borradores

demasiado desnudos para el mundo.

138 formas de decir lo mismo

y que parezca distinto.


Mi cansancio en cuarto creciente

y la poesía en sospechoso menguante.

El miedo del que escribe siempre es estancarse.

No contar nada nuevo, no encontrar palabras distintas 
para contar algo viejo.

Las musas siempre fueron caprichosas.

Vienen a la carne viva
pero se marchan cuando sale costra
 y te dejan a la fuerza
intentando crear heridas nuevas.

138 borradores.


Con las palabras certeras ocultas tras otras menos ciertas.

Con palabras en las que ya no creo porque ahora están
cubiertas de tristeza.

El dolor parece menos dolor
escondido entre las letras.


Escribir era el vendaje que hacia algo bonito de lo feo.

Ha muerto la poesía que llevaba dentro,
las musas que decoraban los sentimientos.
y las mariposas que al batir las alas inventaron el viento.












Lo que quedará de mí



Lo que quedará de mí y de mi paso por el mundo
serán estas palabras.

Planté semillas que no llegaron a ser un árbol
y hace tiempo decidí no llenar de más almas este mundo
que amenaza con acabarse.

Lo que quedará de mí serán palabras, 
almacenadas por fecha y ordenadas.

Palabras que cuentan lo que sentí,
lo que amé, lo que dolió y por lo que mereció
la pena vivir.

Lo que quedara de mi viaje son las almas que toqué
y lo que sembré en ellas.
Quedaran los cuentos, las prosas y los poemas.

Quedaran las letras
y  los ojos que tímidamente
 bailaron sobre ellas.








30 mayo 2013

Escribir

Escribir solo por escribir, para que las palabras que rondan en mi cabeza cobren algún sentido.

Siempre fui un extremo y un horizonte perdido, tengo la sensación de que las palabras
me han convertido en su esclava, se agolpan y me atropellan
ya solo puedo sentir a través de ellas.

Escribo para ahuyentar los monstruos, a veces incluso para traerlos hasta mi,
escribo para sobrevivir a mis propios altibajos, para ser la esencia que quede,
para leerme y recordar que todo pasa y todo duele.

Escribir, solo para vaciar este cuerpo sobrecargado, para dejar de nuevo espacio,
para anclar mis pensamientos a suelo firme, para que no vengan conmigo allá donde yo voy.

Escribo y al hacerlo parece que lo mucho se hace menos, como un soplo de aliento,
como sentir el principio de lo que puede doler y salir corriendo, escribir y sentir
que ya no queda nada dentro.

Las palabras van cayendo como piedras en mi cuerpo que se vuelven livianas al darles contenido.
Me refugio en mi cobijo de aire sostenido, cuando salgo de aquí mis demonios van conmigo,
pero los he perdonado, prácticamente están domesticados.

Escribir, para que no se me atragante lo que tengo que decir,
para darle forma corpórea a este lento existir,
juntar una palabra tras otra hasta ver mis heridas reflejadas, alimentadas y nutridas
con este visceral vivir.

Y meter más vida en esta para poder escribir.