25 octubre 2017

Estás triste




Te veo triste.
Tu tristeza se me pega como un chicle.
Y aunque quería iluminar tu oscuridad
no he tenido el valor de sonreírte.

Se nos están amontonando los días tristes
y uno detrás de otro van construyendo una vida
en la que faltan caricias y sobran despedidas.

No hay nada que más desee que dibujarte una sonrisa,
pero he preferido agachar la cabeza porque mi mala elección era cuidarte
volver a ofrecerte mi carne para que arañes.

Me llevo esta explosión que a duras penas he logrado contener
para que no estalle entre nosotros ni nos cubra de metralla la piel.

Te veo triste y fantaseo con retirar cuidadosamente
esas capas de dolor que llevas y que crees impermeables
pero he preferido cerrar los ojos porque mi mala elección era cuidarte.

Fantaseo con abrirte los cerrojos
con visitar tus pozos
con arrancar a besos el dolor de tus ojos.

Pero no tengo la llave
lo que conseguí acumular con los años
son muchos candados.

Nada duele más que verte triste y sentir que hubo un momento 
en que torpemente creí poder arreglar tu mundo, 
pero yo solo era otra tristeza que no supo cambiarte el rumbo.









17 octubre 2017

Luz crepuscular





Tu luz crepuscular
iluminando mi orilla
unos dedos paseando por la nuca
haciéndome cosquillas.


Quizá esta vez
sea la última
quizá mañana esta orilla
no sea iluminada.


Me enredo en tu cuerpo
con ansia inaudita
y me aferro como un naufrago
a las astillas.


Como si pudiera retener
el olor de tu piel
 y guardarlo después
en un cajón de la mesilla.

Quizá esta vez
sea la última
una triste huérfana de tus caricias
que espera tu luz crepuscular
sentada a solas

en una orilla.





10 octubre 2017

Alas pequeñas



Tus alas son demasiado pequeñas,
es lógico que no consigan elevarte
con todo ese peso que llevas encima.

Ademas, de no usarlas se han atrofiado
y parecen dos extremidades sin vida
que han perdido las plumas, y son carne y herida.

Tus alas fueron grandes algún día, pero es incompatible
tener los pies fijados en el suelo con lograr alzar el vuelo.

Se fueron encogiendo ante la evidencia de que no pensabas
utilizarlas.

Ahora son tan solo dos salientes en tu espalda, que a veces
incluso te molestan, como dos protuberancias cuyo relieve
no permite que te acomodes en tu terrenal existencia.

Cualquier superficie te molesta.
Veo tus cicatrices de perfil 
ocultas entre tus incontables grietas 
inevitable que se me llene la vida de pena,
porque te sobran las alas pero nunca te cansas
de tus pesadas cadenas.


Tus alas son pequeñas, porque eso sucede con las cosas
que no cuidas, menguan peligrosamente hasta desaparecer
hasta ser dos agujeros en tu espalda
recuerdo de unas alas que no podrás tener.

Entre todas las cosas que echaste a perder
estaban ellas  y estaba yo,
cosas que menguaron peligrosamente
hasta desaparecer.














04 octubre 2017

Y ahora te vas


Mirabas fijamente esa línea imaginaria,
siempre vigilante
para que nunca la cruzara.
Una linea en tus temores dibujada,
que nada escape a tu control
que no me vuelva confiada.


Cuando encendía la luz 
se nos llenaba el estómago de mariposas,
venías y reposabas tu cabeza en mi hombro.
Podía escuchar en el interior de mi alma 
una lenta cuenta atrás
y ahora que la luz se apaga
ahora te vas 

Cuando soplaba sobre las llagas para que no molestaran

y ante la falta de gravedad te anclabas a mi espalda,
en la carne desnuda te quedabas
y ahora que el huracán ha entrado por la ventana
ahora te vas.



Cuando te ofrecía mi piel como barca
para que no naufragaras en turbulentas aguas
y arrastraba en las olas mis rotas alas,
echabas amarre en mis fondos
y ahora que ya solo me queda la sal
ahora te vas.

Cuando llevaba pintada en la cara
una sonrisa tonta que demostraba
que a parte de mis burbujas nada importaba
posabas tus manos en mis ojos
y borrabas todo lo demás
ahora que ya no veo más allá de tu reflejo,

ahora te vas.






02 octubre 2017

Piezas desordenadas


Cometí el error de depositar mis partes frágiles
en unas manos temblorosas que no querían sujetarme.

A veces las cosas suceden aunque tú no quieras,
te vas liberando de capas sin darte cuenta
y un día estás desnuda y te preguntas si ya es demasiado tarde.

Aquellos pedazos flotando en el aire
a punto de estrellarse contra el suelo.

No vertí las culpas sobre aquellas manos
que ya tenían suficiente con su carga y solo me quedó
mi piel para volcarlas.


Has vuelto a reordenar las piezas que creías descolocadas,
y yo me he quedado aquí, mirándote, esperando aprender cómo lo haces.

Yo me he quedado aquí, a mil galaxias, sin entender nada,

esperando una razón que pese más de lo que me pesa el alma.

Con este espacio inmenso de por medio ya no me alcanzan las conjeturas.

Es culpa mía o de los dos o solo tuya.
Somos mentira, pedazos y excusas.

Has vuelto a sonreír como si la herida fuera un rasguño que tarda

poco en cicatrizar.

Y yo, con mis puntos de sutura, tirantes e infectados,

he olvidado respirar.

Estoy al otro lado, insignificante y callada, para no molestar.

Intentando reordenar mis piezas
del mismo modo rápido y eficaz pero siempre parece más sencillo
ser el otro.

Has vuelto a tu mundo como si yo fuera la tormenta

que desata el huracán,
tal vez lo sea de tanto lloverme hacia dentro
de tanto nublarme hacía fuera

Y mis piezas rotas por el suelo

no sé como se ordenan.




Para P.