03 junio 2016

Cosas para después





Con las prisas y los sobresaltos me quedaron cosas por hacer.
Esperaba la parte llana y continua del camino, pero se nos llenó el suelo de agujeros.

Si hubieses probado mi arroz negro te habrías chupado los dedos,
me lo reservé para una ocasión especial, cuando dejásemos de saltar.

Lo guardé en el rincón de las cosas para después,
cuando después era una posibilidad.

Ese rincón que se me ha quedado lleno de cosas, ocupando espacio y ensuciando el aire.

Una playa.
Un viaje de fin de semana.
10 fotos en blanco y negro.
La verdad sin adornos.
Confesar el miedo.
Lanzarse sin salvavidas.
Cobijo, dulzura y caricias.
Una balanza.
Clases de guitarra.
Un libro dedicado.

Nunca dejaba nada para luego
y luego te conocí.
Comencé a buscar momentos mejores
porque siempre era un mal momento.

Comencé a filtrar mis sentimientos, a pensar de más y a sentir de menos
a reservarme cosas y a saltar los agujeros.

No supe ver que no había después
y todo aquello que guardaba me pesa ahora.

Yo era feliz con mis tropiezos, con mis defectos sin tamizar,
con los ojos cerrados y el corazón de par en par.

Estoy vaciando ese rincón poco a poco,
sacando una cosa cada día.

Recorriendo una playa en la que no estás
dibujando huellas en la arena que ya no quieres seguir.

Abrir el pecho y dejar salir
todas las cosas que guarde en un después para ti.