19 junio 2013

Aquello que tenía.



Tenía esa delicadeza característica de quienes han pasado de puntillas por la vida, 

esa dulzura efímera que solo es un disfraz y que con asomar de vez en cuando 
te atrapa sin remedio.

Tenía esa profundidad que parece abarcar el mundo, 

esa mirada perdida como si en su interior se estuviesen tejiendo sueños,
pero luego hubo otros momentos, donde descubres que no puedes estar menos en lo cierto.

Tenía ese punto de locura insalvable, una sonrisa escurridiza que casi nunca sale, 

pero que engancha sin freno cuando lo hace.

Tenía el pelo revuelto, mil heridas incurables, un laberinto en la cabeza 

y un abismo inabarcable.
Cometí el peor de los errores,quise rescatarle.

Fue tarde cuando intuí que ahí no entraba nadie.

Mi precipicio y sus abismos, demasiada caída para tan frágiles seres.

Tenía esas manos de pianista que todas las noches permanecían frías, 

esa inteligencia repartida, esa mezcla imposible de pasión y cobardía.

Tenía una luz perdida, como si en algún momento hubiese sido una persona distinta, 
como si llevase dentro todas las cargas conocidas. 

Tenía ese aura triste de quien no entiende que existe.

Fui despojándome de cosas para caber en su hueco, 
pero incluso para mí era pequeño.

Intenté caminar por su cuerda de trapecista, 

intente aprender a funcionar con su mecanismo, 
pero nada es comparable a dejar de ser uno mismo.

Recorrí todos los caminos, convencida de que alguno de ellos era mi destino.

Tenía el interior sin decorar, no había nada dentro de tanta profundidad, 
me fui apagando en silencio por permanecer en el que no era mi lugar. 

Tenía una sonrisa inmensa que comenzó a olvidar, la vida tiene eso, 
siempre acaba por cansar. 

Quise llevarle conmigo a caminar por las nubes, pero quien no sabe hacerlo

tropieza todo el tiempo.

Tenía espacios y ritmos, manías, costumbres y otros organismos,

le contaba cuentos cuando cerraba los ojos y mis dedos caminaban por sus pestañas, paraba el tiempo para que no se ahogara pero era yo quien nadaba.

Tenía cerrojos a montones y mi llave no encajaba.