29 abril 2013

Subidos a una nube.



Nos miramos sigilosos
a través de este velo que nos cubre,
tú en la tierra firme, yo en lo alto de las nubes.
Dos seres parecidos que no ven lo que les une.

Deslizas tus manos por mi cuerpo, comienzo a perder 
la poca fuerza que me queda,
yo paseo mis labios por los tuyos, lo haré siempre que pueda,
al final solo tengo esos instantes que me prestas.

Lo he pensado.
No hay mucho mas que puedas darme.
Yo no sé conformarme,  tú no cambias por nadie.

A veces cuando te observo, me gustaría que nos perdiésemos por el mundo,
pero yo soy intensa y complicada y tú no tienes ni un segundo.

Me pierdo en tu mirada, 
en esos momentos en que nos quedamos fijamente, 
noto desmoronarse los pilares que me sostienen.

Estamos tan cansados, tan heridos, tan de vuelta de todo,
tan cosidos, tan remendados, solo sabemos huir cada uno para un lado.

A veces nos dejamos la coraza sin poner,
sin darnos cuenta nos amamos aunque no lo queramos hacer.
Te veo sonreír. Mi fortaleza tiembla.
Debo ocultar a toda costa lo que quisiera.

Parece que te acercas pero solo es un espejismo.
Es tan difícil pelear con uno mismo.

Hay días de silencio en que mi pasión se quiebra, 
tú estás en tu lado de la calle,
yo en otro extremo de la tierra.

Cierro las heridas que se abrieron nuevamente, 
puedo hacer eso un millón de veces.
Como te digo siempre, cada día amanece.

Te digo adiós, me voy despacio, lo suficiente para que no puedas notarlo.
Nunca pediste que me quedara, tienes el alma encorsetada,
la mía en cambio vive salvaje y desatada, 
tal vez coincidamos algún día cuando tú subas camino de una nube 
y yo esté bajando de la mía.