24 abril 2013
Ropa en el suelo.
Voy recogiendo la ropa del suelo,
el después carece del encanto del que tanto ostenta el antes.
El después está vacío,
la sangre deja de golpear mis sentidos,
el después es racional y comedido,
sonrisa, despedida, cerrar la puerta,
aguantar el nudo en la garganta,
el botón del ascensor, no levantar la mirada.
Voy recogiendo la ropa del suelo, esos diez minutos que transcurren
y llega el hasta luego,
más frío y más silencio, sin la fuerza del deseo.
En ese momento cuenta cualquier gesto,
te quedas ausente pensando,
siempre en todo, pero nunca es en nosotros,
finjo frialdad y buenos modos
y con una sonrisa te demuestro que no importa,
así las heridas son menos carne viva y mucho más de costra.
De repente en el después mi mente se esclarece,
ve cosas nítidas que en el antes no aparecen,
me hago diminuta, casi imperceptible,
sentada en el sofá de alguien que no existe,
uso toda mi dureza para ocultarte que estoy triste,
falta luz y falta alma, faltan besos y palabras,
falta dulzura, faltan nexos, tanto falta en nuestro cielo.
Cuando llega el después tú ya no estas conmigo,
tu esencia se evapora y solo queda frío.
Voy recogiendo la ropa del suelo
y al despedirnos comprendo
que ha cambiado el sabor de los besos.