19 abril 2013
Contárselo al artista.
Me gustaría saber pintar, como tú,
pero lo mío es más dibujar palabras en el aire.
Siempre fue una manera de vaciarme para volver a comenzar con más espacio interior.
A veces pienso que la inspiración es finita, que no siempre será la compañera que prefiera,
es una diosa escurridiza que suele abandonarte cuando las cosas marchan bien.
Lleva unos meses conmigo, duerme a mi lado cada noche, me susurra cosas al oído y la verdad
he empezado a creer que si se queda demasiado acabará por volverme loca.
Se cuela en mis pensamientos e insistentemente me recuerda que me mantengo gracias a ella.
He intentado cansarla varias veces, la ahogo en vino y en cervezas,
la ensordezco con gemidos, la disfrazo de sarcasmo y de silencio y cuando soy yo
la que ya no puede más, levanto la mirada y ahí está.
Como si nada.
Hoy se ha puesto sus mejores galas, martes lluvioso y gris, está en su salsa.
Me observa altiva, mientras arrastro mis pasos de camino a la cocina.
Nunca fui disciplinada, y me he cuarteado la piel haciéndolo a mi manera,
defendiendo mi rebeldía, saltándome las barreras, y estuviese en el pozo que estuviese,
allí siempre estaba ella.
Esta mañana mientras se lavaba la cara, me ha contado que ha soñado;
Que acompañaba todo el día a una mujer equivocada, que estaba harta de aguantarla.
Que la dedicaba mucho esfuerzo y a cambio no obtiene nada.
Me ha dicho que hay que descubrir.
Descubrir que las palabras a veces pueden ser malinterpretadas,
que al lado de un gesto casi no valen nada.
Que amar con todas tus ganas no conlleva ser amado.
Descubrir que el tiempo lo cura todo pero no por eso corre más,
descubrir que no siempre recibes en medida de lo que das.
Descubrir que las alas también se pueden quebrar, que los caminos que se acaban
pueden volverse a dibujar.
Que los sueños son empuje y no un lugar donde habitar,
que de vez en cuando el silencio tampoco viene mal.
Descubrir que el mundo no deja de girar por ti,
que cuando duele demasiado es cuando
más hay que esforzarse en vivir.