22 abril 2013

Caminé.


Caminé despacio por tu cuerpo,
pretendía encontrar lo que andaba buscando.

Caminé despacio por tus ojos y vi
todo aquello que estabas observando.

Caminé despacio por tus manos,
buscando caricias que devolverle
a este cuerpo amurallado.

Caminé despacio por tu alma,
deseando que me amaras.

De pronto un día comencé a correr,
porque sentí que tu cuerpo estaba destinado a mí,
que tus ojos solo tenían la misión de observarme
que tus manos eran las redes en las que quería morir.

Pero tu alma se negó a entregarse
y dejamos de caminar despacio,
y dejamos también de correr.
Nos frenamos en seco y descubrí,
que da igual la velocidad a la que podamos ir,
si un día conseguimos dejar de pensar
y comenzamos a sentir.