La luz de este atardecer tan imperfecto, me trae la esencia de la fuerza que aún mantengo.
Durante horas has escuchado por donde sangran mis recovecos.
He cogido fuerza de entre tus susurros, de la dulzura que siempre me dedicas,
la he cogido de imaginar, a través de los hilos, la sonrisa que para mí dibujas.
Es cierto eso de que la gente no te devuelve lo que le das, tal vez incluida yo.
Pero tú eres mi excepción, la que me demuestra que de cada 100 patos feos uno es un cisne.
Compartir contigo mi miedo y mi dolor basta para que se marchen.
Has puesto una escalera al borde de mi precipicio.
Algunos se asomaron y pasaron de largo,
otros se asomaron y en su empeño también cayeron en él,
otros me echaron tierra encima, de todo hubo en mi precipicio.
Pero a nadie se le había ocurrido poner una escalera.
Dentro de un par de días habrá pasado un año.
Un año intenso, de grises matizados y oscuros negros, de luz radiante e incomparables momentos,
de confidencias únicas, y de algunos desencuentros y aquí estamos los dos...
maravillosamente íntegros.
Te he dicho muchas veces lo afortunada que me siento de haberte encontrado en mi camino o de haberme puesto en el tuyo, pero nunca, por muchas veces que te lo diga podrás imaginar cuanto.
Lo que he ganado no es calculable, te has quedado allí donde no había nadie, has sabido ceder, volver, negociar y marcharte.
Has sabido manejarte en este oscuro laberinto y jamas quejarte.
Es imposible ser mas grande.
Que te quiero, lo sabes.
Que la vida nos dará lo que intentamos arrancarla, también lo sabes.
Solo espero ser testigo de lo que suceda en tu vida y acompañarte.
Me gusta estar donde tú estés, no pienso marcharme.
A veces me da por recordar donde tú y yo nos encontramos
no podía ser de otra manera entre almas tan intensas.
Ahora cuando te siento tan cerca, en ese lugar privilegiado que me has regalado,
me acuerdo y me río.....
el lugar menos pensado.