del peso insoportable que supone cargar con él.
Puedo hablarte de caídas, de callejones sin salida,
de la muerte cotidiana y de la asfixia.
Puedo contarte con frialdad los fuegos en que ardí,
la desidia que es vivir, de alas arrancadas y de ti.
Puedo hablarte de fingidas fortalezas, de temblores en las piernas,
de pozos sin fondo, de tormentas y de piedras.
Puedo hablarte de pasiones que consumen, de entregarse sin reservas,
de vaciarse la existencia, de errores garrafales, de negarse a la evidencia.
De oleadas de rabia contenida, de oscuros paisajes y de silencios suicidas.
Del áspero tacto que proporcionan mis nubes.
Puedo contarte lo mucho que he aprendido,
para lo que esto me ha servido.
Puedo hablarte de mi esencia derramada, de la luz desperdiciada,
del peso de una lagrima cayéndose en la almohada,
de los pasos que se marchan, de mantener intacta la locura,
de morir una mañana y que nadie lo note.
De esperar todo el tiempo un adiós y hacerlo sin reproches.
Nunca pude contarte las cosas limpias ni mostrarme cristalina,
no supe contarte lo que yo veía con dulzura
en mi alma con palabras solo brotaba el oscuro sangrar de la amargura.
Puedo hablarte si te sirve, de volver a levantarse,
nunca supe pintar de colores lo que tengo que contarte,
solo tengo grises y negros y puntos a parte.