20 marzo 2019

Pienso en ti de vez en cuando




Pienso en ti de vez en cuando, y solo deseo que seas todo lo feliz

que te deje ser tu vida.

Pienso en mí, más a menudo, y me arranco esos hilos

que acaban en nudo.
Todo lo que de oscuro habitaba en mí,
en realidad era tuyo.

Ahora abro las cortinas y dejo que pase la luz,

ahora salto porque he estado demasiado tiempo de puntillas,
ahora me encuentro más de lo que me pierdo
tengo cosas bonitas volando a mi alrededor
y menos pena y menos miedo.

Pienso en ti, de vez en cuando,

y el sabor de mis pensamientos
se vuelve agrio y amargo
porque te he querido tanto
que ojalá hubiese conservado algo.

Algo que equilibrase la balanza
un recuerdo compensado 
uno al menos, en el que yo ganara.

No he podido evitar que nuestro recuerdo se ensucie,
que se vean los desperfectos cuando enciendo las luces,
no he sabido encontrar más que dolor y tristeza en él.

He escarbado hasta llegar a la razón

y allí relucía limpia la verdad.
Hay tantas cosas que no pude evitar.

Me lamento todavía de no haber encontrado la manera,

me castigo todavía por no haber elegido una posición distinta
un lugar que no se hubiese convertido en un desierto infinito.

He soltado un par de lágrimas

pero las he secado escribiendo.

He escarbado hasta llegar a ese lugar

donde brilla desnuda la verdad
que tú nunca me has querido
eso solo y nada más







03 marzo 2019

El bar que había bajo tu casa



A veces, antes de subir, me sentaba en el bar que habia bajo tu casa,
pedía un café para dejar pasar el tiempo, imagino que necesitaba prepararme,
respirar porfundo el aire, apretarme las costuras y saltar.

Tenía siempre tantas ganas de verte, que no importaba nada más.
No importaba que hubiera pasado el tiempo, que doliese un poquito cada vez,
usaba ese tiempo en el bar que había bajo tu casa para desprenderme de la piel 
que traía y ponerme el escudo que usaba contigo.

Qué triste es hablar de amor cuando ya se ha ido.

Te quería mucho, te quería más que a mí.

Cada vez pedía menos,  cada vez menos cosas importaban.

A veces al subir, a mitad de la escalera, me paraba a respirar,
no me daban tregua las mariposas del estómago ni el corazón acelerado,
me preocupaba que te dieses cuenta que era tarde para mí, en eso 
de no hacerse daño.

Fingí ser tan fuerte que empecé a pensar que era indestructible.

Algunas veces cuando bajaba la escalera me parecía que mi corazón estaba hueco
y las mariposas muertas,  me reía de mí misma con una trágica mueca.

Esta es la última vez, me repetía en cada peldaño, pero sabía que me mentía.

Siempre tenía tantas ganas de verte 
que lo demás no importaba.

No importaba que el mundo entero estallara
que al amanecer del día siguiente todo fuese metralla.

Eramos nosotros
permitiendo que unos dedos rozaran nuestras pieles magulladas,
éramos nosotros, permitiendo intrusos en nuestras burbujas
éramos nosotros, introvertidos, frágiles y silenciosos
mirándonos fijamente en el fondo de nuestro pozo.

Y mira que frió ahora
y mira que oscuro todo.