03 marzo 2019
El bar que había bajo tu casa
A veces, antes de subir, me sentaba en el bar que habia bajo tu casa,
pedía un café para dejar pasar el tiempo, imagino que necesitaba prepararme,
respirar porfundo el aire, apretarme las costuras y saltar.
Tenía siempre tantas ganas de verte, que no importaba nada más.
No importaba que hubiera pasado el tiempo, que doliese un poquito cada vez,
usaba ese tiempo en el bar que había bajo tu casa para desprenderme de la piel
que traía y ponerme el escudo que usaba contigo.
Qué triste es hablar de amor cuando ya se ha ido.
Te quería mucho, te quería más que a mí.
Cada vez pedía menos, cada vez menos cosas importaban.
A veces al subir, a mitad de la escalera, me paraba a respirar,
no me daban tregua las mariposas del estómago ni el corazón acelerado,
me preocupaba que te dieses cuenta que era tarde para mí, en eso
de no hacerse daño.
Fingí ser tan fuerte que empecé a pensar que era indestructible.
Algunas veces cuando bajaba la escalera me parecía que mi corazón estaba hueco
y las mariposas muertas, me reía de mí misma con una trágica mueca.
Esta es la última vez, me repetía en cada peldaño, pero sabía que me mentía.
Siempre tenía tantas ganas de verte
que lo demás no importaba.
No importaba que el mundo entero estallara
que al amanecer del día siguiente todo fuese metralla.
Eramos nosotros
permitiendo que unos dedos rozaran nuestras pieles magulladas,
éramos nosotros, permitiendo intrusos en nuestras burbujas
éramos nosotros, introvertidos, frágiles y silenciosos
mirándonos fijamente en el fondo de nuestro pozo.
Y mira que frió ahora
y mira que oscuro todo.