19 febrero 2019

Golpeando los cristales




No todo iba a ser lluvia golpeando los cristales, a veces,
entre las líneas torcidas, también sale el sol.
Hoy ha iluminado nuestras zonas oscuras.

Sé que ya no estás.
Sé lo lejos que te has ido.
Sé que le hablo al inmenso vacío.

Pero a veces en mis sueños
 quedo contigo
hablamos, nos reímos
descorchamos una botella de vino

Dos sillas vacías en las que no nos sentaremos.
Un espacio vacío al que le faltan dos siluetas
que se sientan y se cuentan dónde están los desperfectos.

Dos sillas vacías que hacen de estandarte a nuestra cobardía
tuviste miedo de tropezar de nuevo 
y yo tuve miedo de tu miedo, cada día.

Las cosas que no diremos están escritas en un universo paralelo
como las dos sillas vacías en las que no nos sentaremos.

Olvidarás el olor de mi piel, con el tiempo
como yo olvidaré el sabor que tenía tu cuello
y dependerá de nosotros en que se transformen 
nuestros recuerdos.

Los míos en un perfecto ramo recogidos
en mi silla vacía
dejando que las raíces crezcan infinitas en mi suelo
porque ya no tengo pena,
ni rencor, ni miedo
a la ausencia de tu cuerpo
ni a la muchas cosas
que ya no nos diremos.