Te mentí. Lo siento.
Lo hice para no asustarte.
Quería parecerme a ti, ser gélida y distante
fui lenta en descubrir que a mí esa piel no me cabe.
El amor es importante,
es lo que queda después de todo
cuando ya nada vale.
Fui tan egoísta como tú.
Dejé las migajas y me guardé lo importante.
Fingí mejor que tú
aunque era igual de cobarde.
También tuve necesidad de agrandar el espacio,
de poner en la mesa mis defectos junto a los tuyos
y compararlos.
Mis sueños, aunque pequeños y raros
no tenían cabida en tu escenario.
También tuve miedo de ceder mi terreno
de haber pasado de ser jugador a ser el juego.
De causar destrozos con mi torpeza,
de no saber calibrar los daños,
de haber olvidado contar los golpes.
Me di cuenta de que me había enamorado de quien pensaba que podías ser,
no de quien eras.
Lo que eras, una inerte barra de acero, en la que yo daba vueltas.
Me voy despacio, sin hacer ruido.
y espero que algo te duela.
Que te pese mi dolor sobre la escápula derecha.
Ahora sé que es imposible que sientas algo parecido a lo bueno
o a lo malo que sentí yo contigo.
Fue demasiado desequilibrio para dos humanos asustados
que se aferran al precipicio hasta que les duelen las manos
y ven pasar la vida, a una vertical pared encaramados.
Sintiendo siempre que habitan
el escenario equivocado.
y ven pasar la vida, a una vertical pared encaramados.
Sintiendo siempre que habitan
el escenario equivocado.