24 octubre 2018

Donde la pena se esconde



Hoy he ido a pasear a los oscuros rincones
dónde la pena se esconde.

A estas alturas no voy a engañarme,
mi herida tiene nombre.

Ojalá, aunque me doliese,
no supiese dónde.

Paseando tranquilamente por esos rincones
me he encontrado con quienes éramos entonces.

Yo, una pieza perdida, asustada y distante
que no quería complicarse la vida y no se fiaba de nadie.

Al otro lado un hombre que estaba dispuesto a mostrar lo mejor
de sí mismo, que respetaba mis heridas, un hombre ocupado que sacaba
para mí, cinco sonrisas cada día.

No te imaginas cuanto he sonreído mirándonos desde la lejanía.

Empezamos teniendo tres reglas sencillas:

Disfrutar.
No hacerse daño.
No decirse mentiras.

Me ha quedado un agujero que no se cierra nunca,
porque la vida ha querido meter su lengua en él.

Hoy he salido a pasear por ese recuerdo agridulce 
que protejo con firmeza; la parte bella, 
de todo este desastre, la más pequeña.

No te imaginas cuanta melancolía.
Nos he visto negociar hasta las cosas más sencillas.
Tú pedías un café que yo esquivaba con mil excusas peregrinas.

Ahora con lo que sé
me ha parecido premonitoria mi resistencia a tus envestidas.

Estaba escrito que de algún modo, darías la vuelta a mi vida.

Ahora que la miro a ella, sensible y desprevenida,
sé que soy otra mujer completamente distinta.

La magia y la claridad como cosas extintas.
La verdad como una peonza que da vueltas sin sentido.

Que te quería más de lo que decía.
Que la tuya era relativa.
Que de haber colisionado en otro universo
habrías sido el amor de mi vida.

Me bastaba el hueco más pequeño
aunque no tuviera salida.

He paseado por los rincones oscuros donde la pena se esconde, 
porque estoy más triste y más cansada
de lo que al pasar del tiempo le corresponde.

Porque sigo sin entender nada.
Porque estás demasiado cerca todavía
de la cima de mi montaña.

Porque quería llamarte y decirte que nada ha cambiado en más de mil días.

Que sigo echando de menos esas cinco sonrisas.
Que me gustaría oírte decir que has vuelto a enamorarte,
que ya sabes lo que es que las mariposas te hagan cosquillas.

Que se han iluminado nuevos lugares
con el paso de esta estrella fugaz por la oscuridad de tu orilla.

Y estrellarme en tu mar
para curarme las heridas.