No todo iba a ser lluvia
golpeando los cristales, a veces,
entre las líneas
torcidas, también sale el sol.
Hoy ha iluminado
nuestras zonas oscuras.
Sé que ya no estás.
Sé que ya no estás.
Sé lo lejos que te has
ido.
Sé que le hablo al
inmenso vacío.
Pero a veces en mis sueños quedo contigo
hablamos, nos reímos
descorchamos una
botella de vino
Dos sillas vacías en las que no nos sentaremos.
Un espacio vacío al que
le faltan dos siluetas
que se sientan y se
cuentan dónde están los desperfectos.
Dos sillas vacías que hacen de estandarte a nuestra cobardía
tuviste miedo de
tropezar de nuevo
y yo tuve miedo de tu
miedo, cada día.
Las cosas que no diremos están escritas en un universo paralelo
como las dos sillas
vacías en las que no nos sentaremos.
Olvidarás el olor de mi piel, con el tiempo
y dependerá de nosotros en que se transformen
nuestros recuerdos.
Los míos en un perfecto ramo recogidos
en mi silla vacía
dejando que las raíces crezcan infinitas en mi suelo
porque ya no tengo pena,
ni rencor, ni miedo
a la ausencia de tu cuerpo
ni a la muchas cosas
que ya no nos diremos.
Los míos en un perfecto ramo recogidos
en mi silla vacía
dejando que las raíces crezcan infinitas en mi suelo
porque ya no tengo pena,
ni rencor, ni miedo
a la ausencia de tu cuerpo
ni a la muchas cosas
que ya no nos diremos.