02 mayo 2017

Ruido



Detesto el ruido del tráfico por las mañanas,
también el ruido que provocan los golpes y los gritos.

El de la multitud hablando de cosas sin sentido.
El ruido de un corazón cuando se rompe,
el ruido de la lógica hablándote cuando tú solo quieres sentir.

Y detesto el ruido en el que tu voz se ha convertido.

Los suspiros.
Tus pisadas acercándose a mi espalda,
las canciones que escuchaba contigo,
todo convertido en ruido.

El maldito teléfono que tanto esperaba que sonara,
el timbre de tu casa, las excusas y cada una de las palabras
duelen como agujas clavadas en mis oídos
desde que todo se ha vuelto ruido.

Los buenos días protocolarios y estrictos.
Hasta el silencio que expulsas se ha vuelto ruido.

Las conversaciones huecas.
La contención y la mesura.

Las buenas intenciones ,
las promesas, los besos en el cuello
que preceden a un cuerpo desvestido,
todo convertido en ruido.

Tu risa rebotando en mis paredes,
tus besos estrellados en mis labios,
un ruido demasiado alto.

Ahora dices cosas que no tienen contenido
y sigo detestando el ruido
en que tu voz se ha convertido.