26 junio 2017
No quiero guerra
No quiero guerra.
No quiero pelear.
No quiero ser el enemigo.
Me veo frente a ti
con los puños y los dientes apretados
echando un pulso descaradamente largo.
Yo no soy esa, es el disfraz de rabia
que se ha puesto la tristeza.
No quiero batalla
ni devolverte esa mirada llena de desprecio
esa mirada helada que me ha llenado de agujeros.
No quiero guerra
ni encajar a la fuerza
el rencor y la rabia
que siempre proyectas.
Yo no soy esa.
Soy aquella.
La que se quedaba temblando
en el quicio de tu puerta.
La que quiso enseñarte a volar
y se estrelló a la primera.
Me veo frente a ti
fingiendo que soy otro guerrero,
lamiendo la sangre de mis heridas
sin cambiar el gesto,
pero yo no soy esa,
es el disfraz de rabia
que se ha puesto la tristeza.
20 junio 2017
Sobrevivir
Escribir ya no te quiero doscientas veces en la pared
hasta que sea cierto.
Evitar lugares que irremediablemente están unidos a ti.
Hundir los dedos en un helado de nata.
Sobrevivir.
Maquillarme frente al espejo pero con los ojos cerrados
cubrirme con tantas capas que parezca otra.
Estrenar la función al cruzar la puerta.
Sonreír.
Sonreír.
Quitarme las grapas al llegar a casa.
Sobrevivir.
Imaginar un mundo en el que soy más fuerte,
más impermeable, más resistente.
Arrancar los recuerdos que nacían en tu vientre
sumergidos en alcohol hasta verlos transparentes.
Arrancar las letras del teclado que componen tu nombre
y no poder escribir nunca más esas palabras.
Permanecer con la mirada fija en una pantalla apagada
porque ha dejado de importar lo que haya delante.
Protegerse de la pena existencial que me quiere devorar
desde que me siento una marioneta triste que no recuerda
cómo vivir.
Cómo rozar, cómo sentir.
Cómo volver a sonreír.
Cómo rozar, cómo sentir.
Cómo volver a sonreír.
Aguantar la respiración y seguir.
Acostumbrarse a este filtro gris.
Sobrevivir.
16 junio 2017
Me van a faltar cien años
Me van a faltar cien años.
Porque yo vivo lento, como si mi tiempo sobre la tierra
fuese eterno.
Me entretengo
a oler el perfume de cada flor que encuentro.
Me detengo cuando estoy cansada
me siento con la espalda apoyada en un árbol
y los veo a todos corriendo.
Yo voy muy despacio.
A veces me paro para poder asimilar
lo que va sucediendo
y siento que si naciera cien veces
cien veces sería lento.
Me van a faltar cien años
para entender lo básico.
Soy capaz de contarte un cuento con nudo y desenlace
sobre cualquier argumento y dedicar una noche entera
a contar lunares de otro cuerpo.
mirando la puesta de sol y sintiendo
la sal entre los dedos.
Me aprendo las capitales del mundo
y el orden de dimensión de los desiertos.
Las palabras que riman con silencio,
las especies extintas y los tipos de gobierno
pero sigo sin aprender a comprender un sentimiento.
Me van a faltar cien años
para saber hacer eso.
Porque yo vivo lento
como si mi tiempo sobre la tierra
fuese eterno.
Cien años
para acostumbrarme
a que no todo puede explicarse,
a los laberintos
que inventamos
al miedo
a la tristeza
al llanto
a la fragilidad de ser humano
y para vivir las vidas que albergo
me van a faltar cien años.
13 junio 2017
Una colisión
De una colisión
estos cristales clavados
estas feas cicatrices
este miedo irracional
a no creer lo que me dicen.
Este gesto apagado
esta ausencia de destello
esta sangre congelada
este agujero de mi pecho.
De una colisión
esta certeza
este silencio
esta huida
este momento.
De una colisión
este desastre alrededor
este cambio de ubicación
esta nueva perspectiva
este giro en el guión.
De una colisión
esta torpe compostura
este temblor en mi voz
esta Medusa oscura
haciendo piedra el interior.
12 junio 2017
Descenso
Descender hasta un lugar
cercano al núcleo
descender liberado
del dolor
y desnudo.
Confundir lo que quiso
con lo que pudo
callar y hacer
de la soledad
tumulto.
Descender lentamente
hasta el suelo del mundo
que mi coraje te suene
consistente y rotundo.
Girar y volar
aunque dure un segundo
el grito visceral
convertido en susurro.
Descender por debajo
de las piedras de tu muro
besarte las pestañas
deshacerte los nudos.
08 junio 2017
Cosas difíciles
Qué difícil a veces ocupar el lugar
de otro,
qué
difícil encontrar el punto exacto de equilibrio.
Abrirse el alma a otras almas
y
que no duela.
Que no te decepcionen cosas tontas,
por
ejemplo que una mirada te esquive,
asimilar
el dolor y la decepción de que alguien
no
sienta como tú.
Qué difícil a veces enraizar en tus pies
y
seguir caminando.
Besar con la lengua rota un recuerdo transeúnte
y
guardar la tristeza en ese arenal donde mi lengua se hunde.
Impedir con ferocidad que esta falsa tranquilidad
se
vuelva una costumbre.
Qué difícil a veces esconderse esa parte
que
sobresale.
Qué cansado suponerlo todo,
agarrar
con fuerza la expectativa
y
darla por sentado
sin
hundir los pies en el lodo.
Rozar
sin cerrar las manos,
dejar
al vuelo aquello que sentimos nuestro
dejar
que sean lo que siempre han sido
aunque
no amarren a nuestro puerto.
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