14 julio 2017

Si se cuela la magia

Ya no me llamas princesa.

Dejé de serlo en algún paseo entre el primer beso
y este vano intento de remendarnos.
Ahora todo es más pragmático, más prosaico.

He notado que nos faltan pasos
entre fumar en la cocina y empujarnos hasta el cuarto.

Pero las princesas crecen
y se convierten en mujeres.

Soy complicada para tanto razonar,
a veces no comprendes lo que me cuesta contenerme.

Sujeto mi ternura con la fuerza de un titan.
Imagino mis dedos paseando lentos por tu cuerpo,
pero aprieto fuerte los dientes y te cuento
datos empíricos que calmen tus miedos.

-Me estrellé en el despegue-
me dices dulcemente,
reconociendo torpemente
tu incapacidad para volar.

Y entonces yo,
aterrizo contigo,
pisamos suelo firme
porque no sabes andar
sobre otra superficie.

Lograste la estrategia perfecta para nunca involucrarse.

Haces bien en amarrarnos a este suelo,
haces bien en ahorrarte las caricias
haces bien en saltar de la cama para que la fragilidad
no nos pille desprevenidos.
Haces bien en cubrirlo todo con esa inmensa pantalla,
porque imagina qué pasaría
si un día bajaras la guardia y aprovechando el momento
se colara la magia.