06 noviembre 2017

26 minutos



Le he dado argumentos de sobra a este corazón idiota
para que aprenda a cerrarse y a descargar de vez en cuando
el peso que almacena.

Me ha salido terco, errático y difuso.
Roto, enrevesado y lleno de nudos.

En lo que dura un café me aprieto las costuras.
Solo 26 minutos para despejar las dudas.

Para saber si te ha quedado en el fondo del vaso un poso de dulzura.
Si hay unas nuevas manos que te acaricien la nuca.
Si cuando dijimos adiós, significaba nunca.

Las horas invertidas en dolernos me han parecido demasiadas,
todo ese tiempo malgastado que podríamos haber usado 
batiendo las alas.


Te ha sido tan fácil que a veces creo que yo leía otro cuento.
Te sacudiste el polvo tan deprisa, mientras  yo estaba aún  
escapando de puntillas.
Te costó tan poco prescindir de aquello a lo que yo llamaba todo.


He tenido en mi cabeza cien conversaciones contigo
todas terminaban en desastre, excepto dos, que acababan en rotura.

No tener la posibilidad de una respuesta
esa es quizá la forma perfecta en la que hacer estallar mi cabeza.

Y entro en ese bucle infinito de razonamiento
en el que imagino excusas, verdades y argumentos
una ecuación de posibilidades inabarcables mantenidas por tu silencio.

Tiene que darme igual.  Lo sé.  Eso dice la lógica.
Que eres frío y calculador, y yo una loca.

Tu practicidad y tu estoicismo son un insulto para mi forma de sentir.

Borrón y cuenta nueva.
Parece sencillo cuando lo dices tú.

Pero yo no sé dónde tachar.
¿Había alguna cuenta a la que reemplazar?

Al otro lado de la línea
con la oreja pegada a un teléfono que no tiene a nadie al otro lado.

Asumiendo que la simplicidad de tus palabras no concuerda
con el desastre acontecido en mi interior.

Borrón y cuenta nueva.
Así de sencillo suena cuando escapa de tu boca.

Esa era la explicación que me torturaba.
Ahora tengo miedo de rozarte por si algo se descoloca.

Como si hubiésemos alcanzado el equilibrio
en menos de media hora.

Hablar contigo despeja mis sombras, 
mientras oigo tu voz parece que todo puede arreglarse.
Me siento fuerte para sanar a carne viva.

26 minutos de conversación que han empezado en roca
y han acabado en deriva.

No seré más fuerte por callarme que te echo de menos,
no seré más fuerte diciendo que te odio y sabiendo que estoy
mintiéndome.

Te llevaré conmigo en el interior del volcán
donde hiciste nido,
ahora que sé que de verdad te has ido.