06 diciembre 2017

4 de febrero



Sé que un cuatro de febrero fue la última vez,
hacía frío fuera pero no tanto como dentro.

Que inventé una mentira, una niñería
para saber si te bastaba sin mi cuerpo
si era suficiente con mi simple compañía.

Te lo confesé en 6 minutos
porque yo tenía más ganas que tú
de hundirme sin remedio en tu deriva.

Sé que nuestra estación era el invierno
que nos tropezábamos a momentos
intentando caminar del revés, sin mucho acierto.

Tengo las fechas marcadas en un viejo calendario
como estrellas fugaces por el cielo pasando,
días al azar que se regían por tu ánimo, 
días en que yo dejaba todo para cogerte de la mano.

Sé que el tiempo ha pasado, que los interrogantes
se aburrieron de esperarte,
que cerraste la puerta con fuerza
y tiraste al abismo la llave.

Me marché a otra parte,
a un lugar donde mi alma
no pudiese rozarte.

Un cuatro de febrero que era un día cualquiera para ti.
Salí de allí con las cavidades llenas de ceniza
que es lo que queda siempre cuando se apaga el fuego
y hacía frío fuera 
pero nunca tanto como dentro.