26 septiembre 2015

Datos empíricos

Nos da miedo reconocer que no somos más que reacciones químicas encerradas en un cuerpo, que aquello que sentimos y magnificamos en nuestra condición de humanos, 
es un proceso neuronal.
Nos da miedo porque preferimos sentirnos dueños de nuestro actos.

La palabra amor tiene 14 acepciones en la RAE.
Así de complejo es describirlo.

En realidad me parecen pocas.

Helen Fisher es una reconocida antropóloga que lleva más de 30 años estudiando el amor desde el punto de vista científico.
Al final la vida se resume en eso, el punto de vista que le ponemos a todo.

Helen en esos 30 años ha hecho descubrimientos muy importantes para la ciencia relacionados con nuestra capacidad para amar.

Cuando encontramos a una persona que nos gusta, compartimos tiempo y espacio con ella,esta comienza a formar parte de nuestros pensamientos con más intensidad.
Resulta que nuestro cuerpo dispone de una sustancia llamada feniletilamina, cuya composición es idéntica a la anfetamina artificial.
Si, anfetamina, eso que muchos consumen para sentirse mejor.
Ambas tienen efectos similares. Lo bueno es que la feniletilamina la segrega el cuerpo de forma natural cuando nos enamoramos.
Y vamos a llamar amor a lo que cada uno crea que es para él, el amor.


Cuando el cerebro se inunda de esta sustancia comienza a liberar neurotransmisores como dopamina,adrenalina, norepinefrina y oxitocina.

Por no entrar en detalles científicos, y usar palabras sencillas, esto son drogas.
Comienzan, entre el torrente de emociones, las mariposas en el estómago.
100 millones de células nerviosas que se ubican en el llamado segundo cerebro; nuestro sistema digestivo, alteradas por la combinación de hormonas y neurotransmisores que están tomando el control.
Pero mariposas en el estomago suena bastante mejor.

¿Que sucede con las drogas? Pues eso, crean adicción.
El otro se convierte literalmente en la sustancia que necesitamos para sentirnos mejor.

Todos somos adictos.

Helen Fisher pudo demostrar que para nuestro cuerpo el amor y la droga producían exactamente las mismas conexiones en los centros del placer.

Demostró también que las mujeres tardan más en el enamoramiento que los hombres porque los hombres lo hacen por impulsos visuales y las mujeres necesitan contacto y acercamiento.
Nosotras, que nos sentimos tan profundas.
La prosaica explicación a esto, es que aunque nos cueste reconocerlo, poseemos un cerebro primitivo: la amígdala, que a ellos les pide que busquen buenas hembras físicamente, para reproducirse y a nosotras nos pide que busquemos hombres fuertes y buenos que nos cuiden a nosotras y a nuestras crías.
Esa es la razón.
Ella no es mejor por buscar que la protejan.
Él no es peor por querer solo follarte.

La mayoría de las veces el sexo no significa lo mismo para ella que para él.
La dopamina es un neurotransmisor que fomenta la unión social y emocional.
Hace que el otro te importe.
Las mujeres disponen de un área de liberación de dopamina un 70% mas grande que los hombres.
Un 70%.  Eso es mucha diferencia.
Cuando una mujer tiene sexo con un hombre está uniéndose emocionalmente al otro en un grado considerablemente mayor de lo que él sencillamente sería capaz por el tamaño de su area de liberación.
Ella comienza a introducir emociones en algo que en principio es bastante básico.

Porque para los hombres follar es fundamentalmente fisiológico y para las mujeres es algo emocional. Hay desequilibrio.

Helen Fisher les aconsejó a las mujeres que no se acostaran con alguien de quien no quisieran enamorase.

Helen también investigó sobre la ceguera en el amor.
Cuando deseamos a alguien con intensidad, si en ese momento pudiésemos contemplar nuestro cerebro a través de una resonancia magnética podríamos ver que varias zonas se desactivan en su totalidad en el área de la corteza frontal.
La corteza frontal es nuestro cerebro "mejorado", la parte nueva, la que se ha desarrollado durante miles de años de evolución.
Controla el razonamiento lógico y la capacidad de tomar decisiones complejas.
Cuando deseamos se desactiva.  La amígdala, dueña de todos los deseos, la desconecta.
Porque la amígdala es más antigua, mas interna y se ha hecho la dueña de todo.
Por eso la gente se diferencia por ser emocional o racional. 
La batalla entre una amigdala poderosa o un neocortex poderoso. No es una decisión.
No se puede cambiar.

En mí las emociones ganan la mayoría de las veces.

Soy mujer. Creo que deberían ganar siempre.

El amor es una reacción química, como el odio.
Se puede saltar de una a otra sin apreciar diferencias.
Un dato curioso es que analizando los ciclos cardíacos se pudo comprobar que el corazón de una persona reproduce idénticamente los ciclos cardíacos cuando acaba de matar a alguien o cuando tiene un orgasmo.

Y esto es el amor.

Explicado de la forma más racional posible.
Nada me apasiona más que el cerebro humano, con sus complejas redes.

Algo que aún no tiene explicación científica es el llanto emocional.
Ese que a veces produce el amor,cuya composición es completamente diferente a la de cualquier otra lagrima.
No podemos explicar el llanto. 
y aunque podemos explicar el amor, siempre tendremos la magia de desconocer porqué 
tú y no cualquier otra persona del planeta.