29 mayo 2018

Espina dorsal




He sentido al verte, un vacío en las entrañas,

un desierto de fina arena en la mirada.
Estabas ahí, inhiesto y despreocupado
con los ojos en la nada,
he fingido firmeza,
te he ofrecido la espalda.

Nada

Nada
Nada

Eso ha quedado.

Un espacio enorme lleno de aire.

Variables en equilibrio

sobre una espina dorsal
un peso desproporcionado
para tan frágil columna vertebral.

He sentido al verte

que estabas en lo cierto
que tu realismo y tu miedo
fueron más certeros que mis ganas.

Estabas ahí como si no hubiese pasado nada,

como si desde fuera el mundo se asomase a una ventana.

Nada

Nada
Nada

Eso ha quedado.

Un espacio inmenso 
sumergido en agua
donde al encender la luz
metafóricamente,
todo se apaga.









16 mayo 2018

Toca mis muros




Deseo
que las palabras te mojen
que la humedad te cale
que sobre esta líquida superficie
tus ojos resbalen.

Que se te claven en la piel
las palabras y las frases
que algo cambie
que no seas el mismo cuando acabe.


Toca mis muros como si fueran tuyos,
por ti los levanté.
Toca mis muros
perfectos sustitutos de mi piel.

Hormigón y cemento,
la soledad de centro
dejar la vida de una puerta para fuera
y guardar lo frágil hacia dentro

Mis muros de frío invierno.

Deseo
que cuando te muerda la soledad
eleves la mirada al techo
como hacías cuando dolías
y me ardías en el pecho.

Deseo que el alma se te eleve

por encima de la piel
que abras a tiempo los ojos
y todavía puedas ver.

Que la respuesta a tus miedos

sea un nombre de mujer.

Deseo que tus dedos 

recuerden la temperatura de mi boca
ahora que es un muro 
de gélida y abrupta roca.

Toca este cemento como si fuera tuyo

cuando te falte el aliento
asómate hacía dentro
y pinta flores en mis muros.








09 mayo 2018

La pérdida del soporte



Los días me atrapan entre sus largos dedos 
demasiado parecidos a barrotes
en el hueco de la cama ya no encaja mi silueta, 
la sombra de la pared no me reconoce.

Una tras otra, las horas golpeando
han dejado un agujero enorme
por el que escapan esas cosas 
a las que no supe ponerle nombre.

A veces, sin dudar,
es mejor de un solo golpe.

Sin enredos que nos hagan tropezar
sin esa torpe necedad de querer lo que no te corresponde.

Dejar las cortinas cerradas y la luz apagada 
pasear por el volcán
y hacer piruetas en el borde.

Preparar la huida sin perder el norte.

Querer escapar pero no saber a dónde,
escoger al azar un punto cardinal
y caminar hasta el final
donde las olas se rompen.

Que el alma te haga giros
que pierdas el soporte
que alcances el lugar
donde la verdad se esconde.

Que seas capaz de trascender al hombre
que no te empape la pena sanguinea y cruda
cuando brote.

Una tras otra, las horas han logrado
que ya nada nos importe
que hayamos cavado en nuestro mundo
un agujero enorme.





05 mayo 2018

Ese tú imaginado




Ya es tarde para todo.

Pero tenía que decirte
que fuimos a la prueba final
siendo dos simples aprendices.

Intensos, fugaces y sensibles,
más que las propias, nos dolían
las ajenas cicatrices.

Lo hicimos todo mal,
como quien empieza una escalera
y se detiene a la mitad.

Bajábamos y subíamos
constantemente el mismo tramo.

Equivocados.

Tenía que decirte que te quiero todavía,
pero no de la forma confusa y torpe
que conocías.

Que te quiero imaginado
justo en ese instante que precede a la ignición.

Que te quiero desatado
terminando los peldaños que faltaban por subir
enganchado, posiblemente, a otras manos
unas manos duras, más fuertes que las mías.

Que ya es tarde para encontrarnos 
y reconocernos; de tantos golpes, desfigurados.

Pero hay un hueco donde todavía puedo
amar con desvelo a ese tú imaginado.



Imagen:  Abok2