03 agosto 2019

El día que murió la poesía



El día que murió la poesía yo llevaba un libro escondido que no encontré 
el valor para darte.

Lo llevé durante 105 días, escondido siempre en alguna parte.

Me dio vergüenza porque era demasiado parecido a desnudarse.

El día que murió la poesía era un día como otro cualquiera,
tu llevabas una camisa rosa y yo estaba despeinada.

Pensaba en las hojas que querían ser tocadas por tus dedos
pensé en la dedicatoria de la contraportada
en las noches escribiendo con el alma fragmentada.



Lo llevé durante 105 días escondido siempre en alguna parte.

Parecía más valiente mientras lo escribía.

Tropecé en el segundo escalón porque iba caminando con un cuerpo
prestado y dentro no estaba yo.

Me había ido al rincón de pensar, mi escondite favorito.

Me retumbaba tu voz en los oídos.
Fría y cavernosa
diciendo palabras sin sentido
carentes de emoción.

Y frente al alud de hielo
mi libro y yo.

El día que murió la poesía,
la misma luz que hacia sombras
entre nosotros, se apagó.

Por fin entendí porque todos los cálculos
nos daban un error.

Encontré un cubo de basura de camino a mi nueva posición,
me pareció el lugar perfecto donde dejar el libro
y el peso que llevo en el corazón.

El día que murió la poesía
yo tenía cien paginas que hablaban de amor
pero tú ya no me querías.