Abrí para ti
los canales de mis venas,
mis entrañas,
mi razón,
mis arterias
mis sueños,
mi fragilidad,
mis piernas.
Todo lo puse a tu alcance,
para que si se te antojaba
lo rompieras.
Nunca me he quedado a medias
y las veces que fui pequeña
lo hice empujada por tus miedos
y tus reglas.
No he dejado nada para mí
salvo esta intensa pena,
de haberlo conservado para ti
y que no lo quieras.
Nunca te hice la pregunta correcta,
siempre dimos demasiadas vueltas.
¿Qué sientes tú por mí?
¿Acaso quisiste tenerme cerca?
Había formas menos dolorosas
y siniestras
de haber obtenido
una respuesta.
Ahora que sé lo que fui,
la costra que cubre la herida
hasta convertirse en cicatriz
no me queda mucho que mostrar
ni que decir.
El horizonte estaba muy lejos
solo hemos llegado hasta aquí.