Necesitaba parar.
Las palabras empezaron a parecerse demasiado a lo que intentaban decorar.
Necesitaba parar.
Recordar el sabor que tenían las cosas.
Recordar quién era y fraccionar, soltar aquello que estaba comenzando a desgarrar.
Solté más de la cuenta
y solté las letras.
Necesitaba soltar.
Vuelvo aquí en días como hoy.
Días en los que mi vida no parece tan desordenada cuando miro alrededor.
Días en los que tropiezo con un botón desabrochado y le lanzo halagos al muro que ahora ocupa tu lugar.
No me arrepiento.
Ya te lo dije.
A tus piedras con mis flores.
Me he reído de mi tropiezo y he imaginado que reías conmigo desde el otro lado.
Ojalá pudiéramos reír.
Necesitaba parar,
salir de este lugar en el que siempre huele a ti
y a ese yo desmenuzado que ya no refleja casi nada de mí.
El hilo que tensamos se rompió
de una forma progresiva y silenciosa
hasta que las palabras ya no tenían nada nuevo que contar.
Sin el hilo la distancia es infinita
este rincón se volvió doloroso, un salvavidas que ya estaba
demasiado lejos de la orilla.
Necesitaba escapar.
Ser la humana racional que lleva el peso,
arrancar la poesía que mantenía nuestro universo.
Ser real y hacerte real.
Que la realidad nos aplastara.
Abrí demasiado las puertas que liberaban mi alma
y en un descuido
se escaparon las palabras.