En ocasiones te alejas para coger perspectiva
y descubres por sorpresa esas cosas que antes no veías.
Permanecían escondidas en los pliegues que forma el amor
cuando cierra los puños.
Hemos saltado la fina linea de la que tanto nos hablaron,
Pocas cosas son más tristes que arrepentirse.
Menos aún hay mas tristes que verte transformado por quien
en realidad no lo merece.
Porque eso tú no lo sabes hasta que ya no queda piel para arrancarse.
No lo sabes, hasta que no te marchas y te subes a una montaña
desde donde ver la verdad absoluta y descarnada.
Me acurruco, sola en la cima de mi montaña
y veo los años pasando en nítidos fotogramas.
Era imposible ser más tonta.
Era imposible estar más ciega.
¿ Cómo fue posible que no lo viera?
Nada suena más que la realidad cuando golpea.
Y en la cima de mi montaña me hago pequeña.
Pocas cosas son más miserables que buscar amor
en las cenizas, donde nada arde.
Ver esa boca del lobo de la que tanto te hablaron
y aún así decidir quedarse.
La obviedad sin excusas me ha pasado por delante.
Pocas cosas son más tristes que arrepentirse
de las caricias dadas
de las confesiones
de la desnudez
de la esperanza.
De lo invertido
de lo luchado
de las sonrisas a medida,
del tiempo dedicado.
De las lagrimas caídas
de las que tragaba en solitario
de los besos
del cariño
del cuidado.
De las marcas que han quedado
de lo que ya no tienes
de lo que ya no puedes
de lo que ya no eres.
Y a la cima de la montaña
llega la rabia vestida de un negro imponente
y te coge desprevenido
porque aquel a quien acariciabas
ahora es tu enemigo,
un adversario, el contrincante.
Las verdades se ensucian
si las mezclas con mentiras
y los recuerdos cambian si te quedas.
Me había ido con mis recuerdos limpios
y mis alas intactas
pero eras piedra y yo era humana
destinada a tropezar.
A veces te alejas para coger perspectiva
y descubres que nada era como tú lo sentías
En la cima de la montaña
empieza a hacer demasiado frío.
Y alrededor solo veo derrumbe
y no he logrado aún
que mis ojos se acostumbren
a la oscuridad y al desastre
y al tormentoso aspecto
que ahora tienen nuestras nubes.
Permanecían escondidas en los pliegues que forma el amor
cuando cierra los puños.
Hemos saltado la fina linea de la que tanto nos hablaron,
la pisé sin querer mientras me estaba alejando,
y perpleja observo que ya estoy al otro lado.
Un solo paso y ya no había luz, ni risas, ni cielo despejado.
Un inmenso paisaje desolado. Eso hay tras la linea que he cruzado.
Pocas cosas son más tristes que arrepentirse.
Menos aún hay mas tristes que verte transformado por quien
en realidad no lo merece.
Porque eso tú no lo sabes hasta que ya no queda piel para arrancarse.
No lo sabes, hasta que no te marchas y te subes a una montaña
desde donde ver la verdad absoluta y descarnada.
Me acurruco, sola en la cima de mi montaña
y veo los años pasando en nítidos fotogramas.
Era imposible ser más tonta.
Era imposible estar más ciega.
¿ Cómo fue posible que no lo viera?
Nada suena más que la realidad cuando golpea.
Y en la cima de mi montaña me hago pequeña.
Pocas cosas son más miserables que buscar amor
en las cenizas, donde nada arde.
Ver esa boca del lobo de la que tanto te hablaron
y aún así decidir quedarse.
La obviedad sin excusas me ha pasado por delante.
Pocas cosas son más tristes que arrepentirse
de las caricias dadas
de las confesiones
de la desnudez
de la esperanza.
De lo invertido
de lo luchado
de las sonrisas a medida,
del tiempo dedicado.
De las lagrimas caídas
de las que tragaba en solitario
de los besos
del cariño
del cuidado.
De las marcas que han quedado
de lo que ya no tienes
de lo que ya no puedes
de lo que ya no eres.
Y a la cima de la montaña
llega la rabia vestida de un negro imponente
y te coge desprevenido
porque aquel a quien acariciabas
ahora es tu enemigo,
un adversario, el contrincante.
Las verdades se ensucian
si las mezclas con mentiras
y los recuerdos cambian si te quedas.
Me había ido con mis recuerdos limpios
y mis alas intactas
pero eras piedra y yo era humana
destinada a tropezar.
A veces te alejas para coger perspectiva
y descubres que nada era como tú lo sentías
En la cima de la montaña
empieza a hacer demasiado frío.
Y alrededor solo veo derrumbe
y no he logrado aún
que mis ojos se acostumbren
a la oscuridad y al desastre
y al tormentoso aspecto
que ahora tienen nuestras nubes.