Fue una suerte colisionar contigo en la inmensidad del espacio infinito.
Un encuentro fortuito entre 7000 millones de meteoritos.
Por un instante nuestras órbitas compartieron trayectoria.
Los fragmentos disueltos por el choque
siguen girando en mi memoria.
Pretendía dibujar flores en los pliegues de las heridas.
siguen girando en mi memoria.
Pretendía dibujar flores en los pliegues de las heridas.
Parece complicado. Pero no.
He encontrado la hoja arrugada en ese libro de 720 páginas. Pero no.
Crees saber lo que pienso, del mismo modo que yo creo saber lo que piensas.
Pero no.
Lo mismo nos ha engañado esta confortable sensación de habernos borrado.
Parecemos correctos y sosegados. Pero no.
Me cuesta mucho escribir desde que escucho más a mi cabeza.
Ya no puedo volar, desde que puse los pies sobre la tierra.
Estoy dedicando el tiempo a poner cada trozo en su lugar
y ver si consigo volver a ser humana, o al menos algo parecido.
Porque parece sencillo. Pero no.
He puesto los ojos donde antes tenía las manos,
tengo los labios donde antes había ombligo,
escondidos y cerrados.
Soy un cuadro abstracto de Picasso.
Parecía fácil colocar cada cosa en su lugar. Pero no.
Me estoy acostumbrando a esta calma y a este frío
tengo nuevos defectos y como cumbre a este caos
ya no creo en lo que escribo.
Parecía que había letras para varias vidas. Pero no.
Creía que las palabras me harían de salvavidas. Pero no.
Ten paciencia. Pero no.
Se buena. Pero no.
A ver si se te pasa que ya es hora.
Le das demasiada importancia a las cosas.
Eres demasiado sensible. Pero no.
Tengo las orejas en los pies para escuchar por donde piso.
Todos los huesos de mi cuerpo amontonados en el hueco
que ha dejado el corazón.
Lo he movido de lugar y no sé donde está.
Lo mismo era una de esas cosas
cuyos pedazos no he sabido juntar.
cuyos pedazos no he sabido juntar.
Toda la vida escribiendo, y tuve en mis manos 80 hojas encuadernadas,
una portada diáfana en blanco y negro y una dedicatoria en la contraportada.
Al pasar las hojas con las pestañas y releer las palabras
supe que esa ya no era yo.
supe que esa ya no era yo.
Que nunca encontraría la manera de volver a poner los pedazos en esa posición.
Sentí vergüenza de esas confesiones disfrazadas de poemas,
sentí dolor al pensar en la fuente de inspiración.
Era nuestro libro. Pero no.
Te he querido. Pero no.
Me has dolido. Pero no.