10 febrero 2020



Sé lo que sacrifico
para que mis demonios no se alboroten
y vivan tranquilos.

Sé dónde habito,
en la fina linea que separa el condicional perfecto
del pretérito subjuntivo.

Sé demasiadas cosas de mí mismo,
me he buceado por dentro
en mitad del cataclismo.

Sé por dónde camino,
el barro ya hace rato 
que me cubre los tobillos.

Sé lo que necesito
y lo demás fueron rabietas
impulsos o caprichos.

Sé leer entre lineas que parecen paralelas
aunque tú las ves torcidas
porque saltamos sobre ellas a lo largo de la vida.

Sé de lo que prescindo
para que el tumulto no me haga ruido
y aún así tienen los huevos
de hablarme a mí de sacrificio.