19 noviembre 2014

La nostalgia transformada.

.... Me quedé dudando si tal vez esta nostalgia estancada podría con esfuerzo convertirse en otra cosa.

A veces me transporto a otro lugar, te observo aprovechando este poder de invisibilidad que me has concedido, observo tus cansados movimientos, tu falta de luz, la desgastada forma en que te mueves por el mundo como si ya no formases parte de el... y me siento tan triste.
No por mí.... por lo que fuiste.

Tu sonrisa lo llenaba todo, 
el brillo con que me mirabas cuando compartía mis locuras contigo.
¿ Dónde está ese brillo ? ¿En qué rincón perdido ?   ¿En qué parte oscura está escondido?

A veces me camuflo en tu aplastante indiferencia, hago eso que tan bien hacía, analizar hasta la mas ínfima molécula de tu esencia, tus gestos, la oscuridad que vistes, el peso invisible que aplasta tus hombros, como si vivieses encerrado en ese cuerpo y tu alma hubiese muerto,
 y me hundo hacía dentro.

Eras tan grande cuando yo te miraba, tan inmensas las alas que te desplazaban,
tan intensa la materia que nos conformaba.

Puedo divagar durante horas, durante regueros y regueros de palabras que me arden dentro, aquellas que no pude verter en su momento,
aquellas que aún a veces me golpean con fuerza pero en silencio.
Aunque no lo veas, me esfuerzo mucho en parecer cordial, en parecer distante,
en mantener esas correctas formas que para ti son importantes, 
me empeño con obsesión en demostrar que si tú eres de piedra, yo más,
  pero no es verdad.

Sé de sobra el sentido de que carece mi empeño, sé el lugar oscuro donde acaba todo esto,
nunca supe rendirme a tiempo.

Casi todo te lo he dicho,he intentado durante todo este tiempo que miraras de otra forma lo que llevabas mucho viendo, pero no puedo seguir creyendo que terminaras por ver lo que yo veo.
En algún momento cerraré esta puerta, seré distinta y me llenaré de fuerza.
En algún momento aprenderé de nuevo, que jamas debes correr tras aquello que se lleva el viento,
que lo que compartes con otros solamente es tiempo.


Me quedé dudando si llegará ese día en que no recuerde lo que sentía, en que no me pesen las palabras que no diría.
Te vas licuando por los renglones de mis palabras, libero carga de esta montaña que es mi tristeza.
Se va disolviendo lo que fue el recuerdo, y van quedando pequeños trozos de desconcierto,
porque yo maduro lento.
Me vengo arriba y tú, tú te vas cayendo.
Porque los columpios de mi parque siempre están en movimiento
y los tuyos se oxidaron de tanto llorar en ellos.