30 noviembre 2016
500 veces
Puede que le preguntes quinientas veces si te quiere,
y puede que él conteste que sí todas esas veces,
pero uno sabe cuando no le quieren.
Y uno se queda esperando estar equivocado
o esperando que cambie algo.
Puede que encuentres excusas para todo
puede que inventes cosas para comprenderle
puede que dejes de quererte lo suficiente
y un día te encuentres a ti mismo hablándote de suerte,
pero uno sabe dónde no le quieren.
Si hubiera...
si pudiera...
si tuviera...
y todos los condicionales existentes,
lecturas metafóricas de frases corrientes,
aprender a conformarse con lo que quieran darte
y dejar encadenado lo que sientes,
pero uno sabe cuando no le quieren.
Puede que inventes excusas que acabes por creerte
que le des vueltas a la verdad hasta que encaje en tu vientre
puede que no sepas marcharte porque no reconoces
el camino de retorno a ese lugar donde sabes quién eres,
pero uno sabe donde no le quieren.
28 noviembre 2016
Somos más fuertes solos
Estamos solos, cada uno en un rincón.
Somos más fuertes solos,
atornillados a la certeza de cavarnos nuestro foso.
Preparo el desayuno y me parece que el café está frío,
salgo a la calle y siento que todos se mueven a otro ritmo.
Ese velo de tristeza ante los ojos, haciéndome de filtro.
No te imaginas lo que entiendo de tristeza
y de corazones aplastados por el peso de la existencia.
Estamos solos,
cada uno en su rincón, diseccionando la pena.
Protegiéndonos del mundo
para que nada nos mueva
de este viejo columpio .
Somos más firmes sin caricias,
sin mostrarnos las heridas.
Somos más grandes cuando llevamos los secretos dentro,
para que nadie pueda verlos.
Somos más fuertes solos
sin la debilidad que dan los otros
los que te importan
los que arrancan trozos.
Si tienes que sentir algo
que sea por pocos,
cuando veas oscuridad
haz más profundo el pozo.
Cuando veas dulzura, huye,
cierra los ojos,
no dejes que te amen
ni los ames tú, sobre todo.
No olvides nunca
que somos más fuertes solos.
26 noviembre 2016
Lo que sucede contigo
Quiero contarte lo que sucede cuando tu cuerpo se acerca al mío,
para que te hagas una idea de lo que ocurre contigo.
No encuentro palabras.
No creas que es sencillo describirlo.
Es lo más parecido a dejar de pertenecerse.
El mundo deja de girar, así, de repente.
El tiempo ya no corre
y podría tenerte en mi interior eternamente.
Apagas el interruptor que alimenta mi parte consciente.
Eres como un huracán que lo arrastra todo
y ya no sé manejarte.
Te siguen quedando capas que controlan lo que haces
y mi instinto me pide que provoque a tu lado salvaje.
Cuando comprendí el efecto
que tu presencia tenía en mí
apagué mis neuronas y elegí sentir.
Sé que no durará para siempre.
Que tiene caducidad, que un día todas esas locas hormonas
se sentaran a observarte en silencio y ya no saltaran.
Por eso pienso que cada minuto que tu cuerpo no está
cerca de mi cuerpo, son minutos goteando en el desierto.
-Solo nosotros sabemos hacer esto-
Me susurras al oído y yo ya he soltado el freno.
Me gustas tanto que voy desnuda a tus infiernos.
Este traje contra el fuego que llevo años construyendo
resiste los golpes pero se evapora con un beso.
Estaría en tu cama por los restos de los restos.
Pararía el mundo en tu mirada de deseo
y siempre espero que te quedes quieto cuando te tengo dentro.
A veces pienso lo que nos hemos complicado
con lo sencillo que parece todo cuando estamos pegados.
Cuando deslizas los dedos por debajo de mi ropa
se hace evidente el maremoto que provocas.
-Eso es demasiado poder-
te digo ya sin voz.
Porque no hay nada de mi cuerpo que no te pertenezca
porque en ese momento no hay nada que no quisiera darte
porque se me ocurren mil locuras que ofrecerte
nos encadenaría a tu cama y tiraría la llave.
Demasiado poder,
porque nadie más puede hacer eso.
Y encuentro en los demás lo que te falta
pero siempre tengo ganas de tu sexo.
Cada vez que volvemos a tocarnos
es mejor que la anterior y dejan de importarme
todas las cosas que hemos puesto alrededor.
En tu saliva reside la sustancia
que le resta a este desastre su importancia.
Debo confesarte que cada vez que cierro los ojos
siento tus manos pasearme
que el placer lleva tu nombre
y me da igual si el mundo arde.
21 noviembre 2016
Dejar herida con un roce
Esas personas que dejaban la huella equivocada
y en vez de caricias te dejan la marca de la pisada.
Esas personas que te dejan herida cuando te rozan.
Esas personas rotas
que para no estar solas
rompen a otras.
Esas personas que le quemaban las alas a las moscas
porque ellos no sabían volar.
Esas personas que no aman nada
porque no saben lo que es amar
y luego odian tu idealismo y lo embalsaman en realidad.
Y te rompen en trozos
y vuelven al rato por si quedaron pedazos
que aún se puedan pisar.
Esas personas que te arrastran
y te empujan a sus demonios,
que dejan la huella equivocada
y se aseguran hundiendo el dedo
de que jamas puedas borrarla.
Esas personas que no saben que son malas
sencillamente porque no sienten nada.
Esas que te hacen frágil
porque parece que están ahí
pero siempre están en otra parte.
Esas personas que se quedan en tu vida mientras
lo necesitan
y luego cuando se aburren ya no te conocen
esas personas
que dejan herida con un roce.
18 noviembre 2016
Estarlo del todo
Dices que se te ha roto el corazón,
pero el corazón no se rompe.
El corazón se resquebraja y sigue sintiendo, ese es su drama.
Así, agrietado, con sus muletas y sus parches va a buscarte
para que aún puedas agrietarlo un poco más.
La oscuridad ha vuelto, suspendida en unos ojos que no miraban nada
y ahora soy la nada sepultada.
Si supieras la hecatombe que generan tus detalles sin importancia.
Y una grieta más por la que dejar escapar el alma.
Me duele tanto que por eso sé que no está roto
y desearía que lo estuviese, pero que lo estuviese del todo.
Agacho la mirada para no estrellarme de frente con el iceberg
que se esconde en tus pestañas.
El vacío inmenso alrededor y reservar la contención para las ganas.
El corazón no se rompe.
Ese es su drama.
Un amanecer silencioso en el precipicio de una cama,
un corazón torpedeado que ha olvidado cómo se llama.
Si supieras las brechas que abren tus detalles sin importancia.
Y una grieta más por la que podrá escapar el amor que te guardaba.
Todavía late, por eso sé que no esta roto.
Ojalá lo estuviese, pero lo estuviese del todo.
15 noviembre 2016
Ven a dormir conmigo
Ven a dormir conmigo.
Nos quedaremos en silencio si quieres,
nos desharemos como lanas en su ovillo.
No nos rozaremos
ni tendremos nada que decirnos
simplemente
ven a dormir conmigo.
Quiero oír como respiras
quiero mirarte mientras tú no me miras
solo para tenerte cerca
y darle un respiro a mis heridas.
No pienses en nada
y ven a dormir conmigo.
Me dormiré con el sonido descompasado
de tus latidos, con el sonido hueco
de un golpe de martillo.
Ven a dormir y olvidemos los restos
que se cayeron por el camino
nos arrancaremos nuestro disfraz de adultos
y volveremos a mirarnos como niños.
No hace falta que digas nada
no arañaremos la herida piel que nos envuelve.
Solo quiero sentir una vez más
tu alma limpia mientras duerme.
Ser el fondo del océano
de tu burbuja de nieve
donde por mucho que salto
nada se mueve.
13 noviembre 2016
Vomitar los desaciertos
Estoy buscando un terreno neutro donde alojarme,
porque me han dicho que mis letras son furiosamente
pasionales.
Vamos, resumiendo, que se adivina lo que siento.
Que entre las letras asoman los monstruos del averno.
Me ha dado miedo
ir tan desnuda
vomitando mis desaciertos.
Ya no los llamo errores ( desde hace tiempo )
Mis palabras dan vueltas
hasta adquirir otro sentido.
No es real todo lo que digo
ni soy solo lo que escribo.
Decoro todo para que no se note que me desnudo.
Transformada en poesía, la frialdad no me hace nudo.
para mí todos los soplos son vendavales.
Cuando digo que me duele siempre duele un poco más
cuando escribo que me duele ha comenzado a cicatrizar.
Cuando escribo de deseo mis dedos van primero
cuando escribo sobre el miedo, estoy hablando del tuyo.
Cuando cuento que me he roto
es que he encontrado algún pedazo
cuando deseo que encuentres lo que estás buscando
es porque de verdad me has importado.
Cuando escribo con rabia
es para esconder el daño
cuando no digo nada
es que lo estoy asimilando.
Cuando escribo de flores
es la tierra que ha comenzado a secarse
cuando hablo de estar
ya estoy en otra parte.
También me alimento
de sentimientos irreales.
Entre tanto caos
¿reconoces las verdades?
11 noviembre 2016
Cruzar los dedos
No se cumplieron los deseos.
Soplé las velas.
Cerré fuerte los ojos.
Escribí notas que acumulaba en un cajón
con algunos de nuestros recuerdos.
Hacía señales en mi cuerpo,
y el último día dibuje dos pájaros volando libres
en el reverso de mi muñeca.
No se cumplieron.
Y te vi morir
frente a mis ojos.
Un instante.
Un segundo más de un tiempo constante.
Bajé con la fuerza que me quedaba
insuficiente y sesgada.
Y tres frases vacías recubiertas de palabras.
Una mirada sin vida se estrellaba en mi garganta.
Y te vi desvanecerte
como un dibujo a lápiz que ya ha resistido
el tiempo suficiente.
Murió contigo el último pedazo
y te dije adiós sin despegar los labios.
No se cumplieron.
Pueden seguir llamándose sueños.
Ya no recuerdo el olor de la piel que no rozaré,
ni la arena de la playa entre los dedos de los pies
no ha quedado tu risa ni la brisa sobre la piel.
Todos los mañanas muriendo contra un ayer.
Los deseos no se cumplieron.
No funcionó cruzar los dedos
y dos pájaros menos, liberados,
están cruzando el cielo.
09 noviembre 2016
Malas costumbres
Bastaba con repetirlo varias veces para que ya fuera costumbre.
Así somos los humanos, creamos la rutina para ahogarnos en ella.
La mayoría nadando en una inmensa pecera
y unos pocos raros mirando desde fuera con la nariz pegada al cristal
y la boca abierta.
Hay tantas cosas a las que no puedo ni quiero acostumbrarme.
A los vasos que se amontonan en el fregadero,
a la cómoda inercia de dejar que todo pase
a las incontables colillas del cenicero.
Me dejé las armas en otros bolsillos y ahora estoy en primera línea
con las balas zumbándome en los oídos.
Todo me parece ruido.
Para convertirlo en monotonía
solo bastaba con repetirlo.
Las mismas manías, los mismos rituales,
la misma hora, los mismos disfraces.
Rellenar tus pensamientos
terminar tus frases.
Conocer la respuesta y evitar preguntarte.
No reconocerme un día
mientras miro distraída
cualquier escaparate
y me parezco más al inerte maniquí
que a los seres humanos
que me pasan por delante.
Repetirlo hasta convencernos
o hasta parecer normales
y para rellenar los agujeros
cientos de planes
que nos obliguen a quedarnos
cuando subamos despacio
de los fondos abisales.
No quiero acostumbrarme.
A los te quiero como saludo y despedida.
Como frase comodín sin sentido.
No quiero acostumbrarme
a la soledad de una piel desprendida de la carne
acurrucada en un sofá que acabará por devorarme.
A los domingos repetidos
que siguen escrupulosamente
el orden establecido.
A las copas vacías que hacen de paracaídas al abismo.
Anestesiarme para evitar el dolor que esta nada me hace.
No quiero acostumbrarme
a los silencios que hemos construido
para ocultar el ruido, ni a la presencia
que me acompaña por las noches al lado tumbada,
deshaciéndonos del todo a cada extremo de una almohada.
No quiero acostumbrarme
a no tocar los flecos sueltos
por si el mundo entero se deshace.
Ni a la comodidad de encontrarte
ni a la ausencia de detalle
a no decirnos nada para que nada estalle
a vivir acomodada en una posición distante
y a muchas otras cosas
no quiero acostumbrarme.
Así somos los humanos, creamos la rutina para ahogarnos en ella.
La mayoría nadando en una inmensa pecera
y unos pocos raros mirando desde fuera con la nariz pegada al cristal
y la boca abierta.
Hay tantas cosas a las que no puedo ni quiero acostumbrarme.
A los vasos que se amontonan en el fregadero,
a la cómoda inercia de dejar que todo pase
a las incontables colillas del cenicero.
Me dejé las armas en otros bolsillos y ahora estoy en primera línea
con las balas zumbándome en los oídos.
Todo me parece ruido.
Para convertirlo en monotonía
solo bastaba con repetirlo.
Las mismas manías, los mismos rituales,
la misma hora, los mismos disfraces.
Rellenar tus pensamientos
terminar tus frases.
Conocer la respuesta y evitar preguntarte.
No reconocerme un día
mientras miro distraída
cualquier escaparate
y me parezco más al inerte maniquí
que a los seres humanos
que me pasan por delante.
Repetirlo hasta convencernos
o hasta parecer normales
y para rellenar los agujeros
cientos de planes
que nos obliguen a quedarnos
cuando subamos despacio
de los fondos abisales.
No quiero acostumbrarme.
A los te quiero como saludo y despedida.
Como frase comodín sin sentido.
No quiero acostumbrarme
a la soledad de una piel desprendida de la carne
acurrucada en un sofá que acabará por devorarme.
A los domingos repetidos
que siguen escrupulosamente
el orden establecido.
A las copas vacías que hacen de paracaídas al abismo.
Anestesiarme para evitar el dolor que esta nada me hace.
No quiero acostumbrarme
a los silencios que hemos construido
para ocultar el ruido, ni a la presencia
que me acompaña por las noches al lado tumbada,
deshaciéndonos del todo a cada extremo de una almohada.
No quiero acostumbrarme
a no tocar los flecos sueltos
por si el mundo entero se deshace.
Ni a la comodidad de encontrarte
ni a la ausencia de detalle
a no decirnos nada para que nada estalle
a vivir acomodada en una posición distante
y a muchas otras cosas
no quiero acostumbrarme.
06 noviembre 2016
Todas las disculpas
Todas las disculpas que no te pedí
dan vueltas en mi universo.
Siempre pareció que tú lo hacías peor,
y así, mis fallos pasaban inadvertidos,
escondidos entre los tuyos.
Pero lo siento....
Siento haberte arrastrado a mis incertidumbres
siento el caos emocional y el desconcierto.
Siento haberte dicho que siempre estaría aquí.
Siento no haber sabido dominar mis instintos.
Siento no haber podido perdonarte
siento tener que decir lo siento.
Siento no poder ayudarte a deshacer tus nudos
siento no poder ofrecerte algo chulo
siento no haber cicatrizado a tiempo
siento que ya no podamos entendernos.
Siento no haber sabido comenzar de cero
siento ser tan complicada
siento necesitar cosas que no estaban.
Siento haberme confundido
haberte hecho creer
que no albergaba
dolor en mis escamas.
Siento haberte despertado del letargo
no haberte confesado que
esto ahora es un desierto,
y que aquella catarata
se ha convertido en charco.
Siento haber cambiado,
que mis dibujos de ahora
ya no encajen en tus marcos.
Siento haber tardado tanto.
Siento haberte dado tanto.
Siento haberte demostrado el dolor
y los enfados,
como si pudieras asimilarlos.
Siento no haber sido dura,
siento no haber sido fría.
Siento haberme dado cuenta
del espejismo que he creado.
04 noviembre 2016
Si pudiera ser como el aire
Quisiera
poder ser el aire,
traspasar
tu presencia y tus palabras
para que
no signifiquen nada.
Desaparecer
del envase que me contiene,
ese
envase transparente que deja ver
las
cosas que me duelen.
Quisiera
ser fuerte,
cuando
tu dura presencia,
se me
sitúa enfrente,
cuando
mi fortaleza es ensayada
y algo
en mi interior no soporta
que
ahora seas alguien diferente.
Quisiera
que el recuerdo no doliera
que no
impregnaras el alrededor
de
ceniza y de tiniebla.
Quisiera
ser otra persona
una
desconocida cualquiera
a la que
no le hicieran mella
tus
desprecios ni tus maneras.
Volver
de vuelta por el mismo camino,
desaprendiendo
lo aprendido.
Me has
quitado algo importante,
la
capacidad de equivocarme.
Las
ganas de volar y la textura del aire.
Lo que
tu te llevaste,
ya no
podrá tenerlo nadie.
Ojalá
pudiera ser nadie.
Me voy
apartando despacio
de ti,
de tu existir y de tu espacio,
de los
recuerdos que manejo
como
sustancias inflamables.
Y ya no
puedo perdonarme
por no
tener el valor de recuperar
las
cosas que me arrancaste.
02 noviembre 2016
Voz
Tu voz, esa voz rota y cavernosa
llenándolo todo.
Tu voz, la caja de resonancia
que hace eco en mi interior.
Solo me quedan rastros de tu voz.
Enhorabuena.
Una sola palabra
y arrojas cal en mi arena.
Tu voz paralizando mi pulso,
silencio y unos dedos cruzados
porque tal vez hoy sea el día
en que seremos humanos.
Tu voz al otro lado.
Esa voz ronca
que me transporta al filo de tus barrancos.
Me encojo en mi nimiedad
unas cuantas palabras al azar
han bastado para echarme a volar.
Enhorabuena.
Una sola palabra
y arrojas sol a mi tormenta.
Tu voz
diciendo cosas huecas
suena igual que entonces
cuando estaban llenas.
Me pone flores en el pelo
y me viste de verbena
01 noviembre 2016
Yo también cometí esos errores
Yo también he cometido esos errores
y otros peores que todavía no conoces.
Por eso sé cuando un error es nuevo
y siempre espero cometer otro luego.
Así es como aprendo.
Lo jodido es comenzar a repetirlos.
Yo también me cegué con un resplandor,
rompí promesas hechas bajo una luz demasiado tenue.
Ya nunca prometo nada. Por eso de no repetir.
Caminé descalza por alguna tierra contaminada,
me contagié de sentimientos feos
y transformé mis venas en alambrada.
Me equivoqué al mirar hacia donde no había nada
mientras deje de observar a quienes sí me miraban.
Golpeé a las almas equivocadas.
Yo también he cometido esos errores
he levantado paredes hasta tener un habitáculo
oscuro y cerrado
vació y desalmado.
Con lo que cuesta luego
echarlo abajo.
Me arranqué trozos
para encajar en la cómoda realidad
donde no soplara el viento y no moviese
las cosas de lugar.
Yo también he cometido esos errores
he soplado en la casita que no se puede derribar
he almacenado rabia para hacerme una barca
y obligarme a naufragar.
He maltratado mi cuerpo
porque a mi alma no sabía llegar,
toqué tanto fondo que llegué al núcleo de la tierra
rocé tanto las nubes que es lógico que llueva.
Pero yo me equivocaba azotada por un sentimiento
y esa es la diferencia.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)