09 noviembre 2016

Malas costumbres



Bastaba con repetirlo varias veces para que ya fuera costumbre.
Así somos los humanos, creamos la rutina para ahogarnos en ella.

La mayoría nadando en una inmensa pecera
y unos pocos raros mirando desde fuera con la nariz pegada al cristal
y la boca abierta.

Hay tantas cosas a las que no puedo ni quiero acostumbrarme.

A los vasos que se amontonan en el fregadero,
a la cómoda inercia de dejar que todo pase
a las incontables colillas del cenicero.

Me dejé las armas en otros bolsillos y ahora estoy en primera línea
con las balas zumbándome en los oídos.

Todo me parece ruido.

Para convertirlo en monotonía
solo bastaba con repetirlo.

Las mismas manías, los mismos rituales,
la misma hora, los mismos disfraces.

Rellenar tus pensamientos
terminar tus frases.

Conocer la respuesta y evitar preguntarte.

No reconocerme un día 
mientras miro distraída
cualquier escaparate 
y me parezco más al inerte maniquí
que a los seres humanos 
que me pasan por delante.

Repetirlo hasta convencernos
o hasta parecer normales
y para rellenar los agujeros
cientos de planes
que nos obliguen a quedarnos
cuando subamos despacio
de los fondos abisales.

No quiero acostumbrarme.

A los te quiero como saludo y despedida.
Como frase comodín sin sentido.

No quiero acostumbrarme
a la soledad de una piel desprendida de la carne
acurrucada en un sofá que acabará por devorarme.

A los domingos repetidos 
que siguen escrupulosamente
el orden establecido.

A las copas vacías que hacen de paracaídas al abismo.
Anestesiarme para evitar el dolor que esta nada me hace.


No quiero acostumbrarme
 a los silencios que hemos construido
para ocultar el ruido, ni a la presencia 
que me acompaña por las noches al lado tumbada, 
deshaciéndonos del todo a cada extremo de una almohada.

No quiero acostumbrarme
a no tocar los flecos sueltos
por si el mundo entero se deshace.

Ni a la comodidad de encontrarte
ni a la ausencia de detalle
a no decirnos nada para que nada estalle
a vivir acomodada en una posición distante
y a muchas otras cosas
no quiero acostumbrarme.