11 noviembre 2016

Cruzar los dedos



No se cumplieron los deseos.

Soplé las velas.
Cerré fuerte los ojos.
Escribí notas que acumulaba en un cajón
con algunos de nuestros recuerdos.

Hacía señales en mi cuerpo,
y el último día dibuje dos pájaros volando libres
en el reverso de mi muñeca.

No se cumplieron.

Y te vi morir 
frente a mis ojos.

Un instante.
Un segundo más de un tiempo constante.

Bajé con la fuerza que me quedaba 
insuficiente y sesgada.

Y tres frases vacías recubiertas de palabras.

Una mirada sin vida se estrellaba en mi garganta.

Y te vi desvanecerte
como un dibujo a lápiz que ya ha resistido
el tiempo suficiente.

Murió contigo el último pedazo
y te dije adiós sin despegar los labios.

No se cumplieron.
Pueden seguir llamándose sueños.

Ya no recuerdo el olor de la piel que no rozaré,
ni la arena de la playa entre los dedos de los pies
no ha quedado tu risa ni la brisa sobre la piel.
Todos los mañanas muriendo contra un ayer.

Los deseos no se cumplieron.
No funcionó cruzar los dedos
y dos pájaros menos, liberados,
están cruzando el cielo.