Me ha dicho adiós tan bajito que apenas he podido oírlo.
Las conversaciones a mi alrededor se han convertido en un murmullo,
tengo la sensación de que mi mente se ha transformado en tumulto.
Me quedo parada con la mirada perdida en alguna parte,
como si te hubieses llevado mi contenido al marcharte.
Agua desatada corriendo salvaje fuera de sus canales.
Me ha dicho adiós sin decirlo, enseñándome así cuanto puede doler un silencio,
y me he quedado aquí con el alma escapando de mi cuerpo,
la frase que puede resumirlo todo es cuanto te echo de menos.
No he dejado que las lagrimas escapen, se derraman hacia dentro,
empapando el recorrido a su paso.
Me suena a un dolor acostumbrado, a ese baúl cerrado donde guardo
los besos que te he dado, las caricias que aún te robo cuando estás con los ojos cerrados.
La gente pasa delante de mí y no puedo fijarme, mi percepción se ha ido tras de ti a
alguna parte.
Me quedo en blanco revisando los pliegues de mi piel por si todavía queda algo que
pueda retener.
¿ Cuánto tiempo un recuerdo puede remover?
Las ideas se niegan a brotar de nuevo, todo mi organismo se ha frenado en seco,
voy vagando por la vida como si nada tuviese que ver conmigo, con la corteza reforzada
y el interior hecho añicos.
Me ha dicho adiós en un susurro, el miedo es sin duda el pozo más oscuro,
ahí no se puede estar demasiado tiempo, porque si te acostumbras llega un
momento en que es imposible escapar de él.
Me hubiese gustado hacerte el mundo mas sencillo,
mi especialidad siempre fue llevarlo todo al filo, como si los tonos grises
no encajaran conmigo.
Siento haber causado terremotos en tu cómodo paraíso,
siento haber dado demasiada intensidad a lo que solo fue un capricho
siento tantas cosas y casi todas las he dicho.
Vivir siempre diciendo lo mucho que lo siento, ese pozo es más oscuro que tu miedo.
Me ha dicho un adiós sin palabras para que lo interprete a mi manera,
para que haga de este silencio lo que quiera, para que me vaya despacio
y no olvide cerrar la puerta.
Me ha dado un silencio que sabe a despedida,
cierro los ojos y le imagino deslizando los dedos por mi mejilla,
intento entonar su voz diciendo ese adiós de la forma más dulce posible.
Reúno los átomos que han quedado después de esta tormenta,
los levanto con inspiración para darles fuerza,
te miro a los ojos como solía hacerlo cuando sabíamos más de pasión que de dolor,
y con el mismo silencio anudado entre los dos, yo también te digo adiós.