Ya me despedí de ti aunque no lo sepas,
te dije adiós con el cariño que dejan las cosas buenas.
La vida es un sinfín de girar de ruedas,
y si tienes que quedarte lo haces mientras puedas.
Te dije un "hasta siempre, que te vaya bien" pero no sabía
que esa sería la última vez.
La vida cambia y se transforma sin que apenas lo percibas,
vas dejando un mar cubierto de madera a la deriva,
dejas rastros, dejas posos y conservas la sonrisa.
Hablamos de diamantes que uno colecciona por la vida,
a veces nos encontramos sin buscarnos, y nos ahorramos la despedida.
Somos sutiles en esto de marcharnos, poco a poco y en silencio,
sin ruido y sin estragos.
Ya te vi marcharte a nadar en otros mares,
a otras playas diferentes que en el fondo son iguales.
Conservo las confesiones de dos seres inmortales,
que fingían ser gigantes pero eran pieles de otras carnes.
Conservo tus rarezas y manías, tu fragilidad disfrazada idéntica a la mía.
Serás feliz porque lo mereces, y ahora sé que lo eres.
Nos hemos ido, así como un suspiro.
-Siempre estaré ahí- me dices.
-sabes que yo también- te digo.