No me gustan los sonidos estridentes,
no confío demasiado en los criterios de la gente,
y por las noches, mientras duermo, rechino los dientes.
No creo en la opinión de la mayoría
me preocupa ser común
y se me da peor la práctica que la teoría.
La burocracia me desespera,
mis mariposas se transforman en neuronas
cuando menos lo deseas.
Me entretengo con cualquier tontería,
pienso que lo frágil hay que llevarlo escondido.
En el fondo de mis pozos vive una niña
y siempre prefiero que piensen que soy fría.
Todas esas cosas que no sabes de mí
están creciendo en nuestro muro.
Para mí 3 son una multitud
los formalismos me dan arcadas,
y prefiero un sentimiento negro
a lo profundo de la nada.
Mi voluntad es caprichosa,
tiro siempre de la almohada,
me gusta andar descalza
y prefiero las mañanas.
Son esas cosas que no sabes de mí
las que siembran cactus en el jardín.
Soy tan profunda aguas adentro,
soy tan fría aguas abajo.
Siempre olvido guardar la leche en la nevera
y tengo la cabeza llena.
Escondo mis penas y para evitar el hundimiento
no soporto las cargas de cualquiera.
Adoro la soledad y la belleza,
brillo más si soy sincera.
No me gustan nada las barreras ni las celdas.
Mi capacidad de razonar en inconstante
Mi encadenada amígdala, demasiado dominante,
puedo ser tremendamente idiota,
soy sensible y destructiva a partes iguales.
Esas cosas de mí que no sabes,
haciendo juegos malabares.
Lo que ves de mí es la fachada,
reconstruida cien veces con las piedras que encontraba.
No sé decir adiós, nunca he sabido.
La fragilidad ajena es mi defecto favorito.
Los sitios silenciosos me parecen más bonitos.
A mi alma remendada no le queda sitio.
Esas cosas de mí que no sabes
porque me imaginaste desde el principio.