Te miro firmemente, sin miedo
y mientras me recojo el pelo.
Me acerco y coqueteo, tú juegas con los hielos.
Este ambiente que hemos construido comienza a estar cargado,
de tus ganas y mis ganas rodando por el suelo.
Siento en mis costillas las huellas de tus dedos
que en un audaz intento han salido de paseo.
Comienzo a temblar inundada de deseo,
mirarte me basta para convertirme en fuego.
Es tan profundo este momento, justo antes de ofrecerte
lo que tengo, justo antes de tomar lo que me debo.
Cuando puedo saborearte en cada uno de los besos.
Mi carne se hace verbo entre tus juegos de palabras,
mi sujeto preferido es sentirte a mis espaldas.
Las fuerzas perdidas por el empuje de las ganas,
y las caricias desmedidas contenidas en la cama.
Tu expresión de deseo estalla mis cadenas,
solo lava hirviendo por los cauces de mis venas.