Dejaste un residuo de dolor en mí,
que no consigo limpiar.
Los días pasan, y han pasado los suficientes
para convertirse en años.
Estoy invadida de temor y de cansancio.
No hay un día en el que al menos una vez,
no regrese a mí tu recuerdo amargo.
Da igual lo que haga o lo que hagas tú, para evitarlo.
Siento un nudo en el estomago, correoso y apretado,
si te veo reír me jode, y me jode verte preocupado.
Estúpido satélite que solo sabe vivir rotando.
Ojalá te doliese tanto el alma como a mi.
Ojalá tu cielo se estrellase en mi jardín.
Ojalá mi memoria explotando por los aires.
Ojalá mirar y que no quedara nadie.
Dejaste tan secas las raíces , que ya no crece nada,
cobardes y egoístas tus puñaladas por la espalda.
Tu compañía fue una trampa,
una zancadilla involuntaria
un crujir de huesos tras una buena cara.
Dejaste posos de crudeza en mi existir,
te llevaste los colores que teñían mi perfil,
apagaste la luz que desprendía
y lo volviste todo gris.