Se ha ido la luz. Es de noche, pero no lo suficiente para estar durmiendo.
Una avería general.
He llenado la casa de velas y he intentado pensar cosas que hacer
sin corriente eléctrica.
Me he mal acostumbrado a hablarle a esta pantalla
y ya no sé dialogar con el cuaderno.
No me quedan cosas por contar, o estoy cansada para contarlas.
La infinita fatiga que llevo acumulada se ha tragado las palabras.
He encendido velas y
se me han perdido los ojos en el oscilar de las llamas.
Intentando saber qué siento, cuando ya no siento nada.
No hay ni tristeza para intentar arrancarla.
Y este vacío no sé como se llama.
Me da pereza andar buscando en los rincones de mi alma
una pizca de impulso para equilibrar esta desgana.
Se ha ido la luz.
En perfecta metáfora de esta nada.
Era preferible aquella rabia,
aquella tristeza mal disfrazada,
aquellas ganas.
He devuelto el cuaderno a ese cajón pequeño
en el que dejo olvidados los objetos.
La vida siempre vuelve a ofrecerte un argumento
a llenar los espacios vacíos con aire nuevo....
y a todo esto
la luz ha vuelto.