22 octubre 2015

Buenos y malos





El bien y el mal.
Así como el blanco y el negro.

No creo que existan las personas buenas y las personas malas.
Creo que hay personas cuyos comportamientos y acciones tienden a la maldad casi siempre
y personas cuyos actos y pensamientos tienden casi siempre a la bondad.

Son los menos.
Luego estamos el resto.

Empujados por las circunstancias, por los momentos, por el soplar del viento,
por los deseos o por los miedos.
Excusados por nuestro corazón o por nuestro cerebro.
Intentando hacer lo correcto o sabiendo que fallamos.

Todos somos falibles
y es absurdo no pretenderlo.


No somos buenos o malos, somos capaces de lo mejor y lo peor, y la respuesta siempre
dependerá de a quién preguntes.

Hay personas con cortezas tan opacas que parecen lo que no son.
Hay personas bien disfrazadas en cuyas pieles hay que rascar.

Todos somos producto de lo vivido.
De las marcas, de los besos, de las caídas y de las reconstrucciones.

Preguntarse ¿ Eres bueno o eres malo?
La experiencia te transforma hasta que tú mismo eres incapaz de responder,
porque te has equivocado tanto o te han defraudado tanto, alguien al fin y al cabo 
que no cumplió tus expectativas.
Oye bien. Tus expectativas.

Así aprendí a perdonar.

He roto promesas, he mentido, he transformado mis sentimientos y he dolido.
Me han roto promesas, me han mentido, me choque de frente con sentimientos transformados y me han dolido.

Decía el genial Sartre que somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros

Pude y pudieron tomar mejores decisiones.

He sido buena hasta la autodestrucción y he sido mala hasta la debacle.

Lo importante es darse cuenta.
De cuando has roto, de cuando te chilla la conciencia, de intentar cambiar las cosas.

No es necesario que alguien te pida perdón.
Porque tal vez, eso no sepa hacerlo.
Lo importante es mirar, ponerse la otra piel y respirar en ella.

Si sigues sin entenderlo tras eso, di adiós y márchate.
No te quedes ahí.

Pero si te la pones y te das cuenta de que tú no lo habrías hecho mejor,
quédate, tal vez te sorprenda ver los mundos asombrosos que un ser humano puede
contener.

Y dije adiós a los que no pude comprender.
Y les di las gracias por haber sido hasta que pudieron serlo.
Y me quite el dolor y me guarde el recuerdo.

Y te perdoné.
Y los perdoné.
Y me perdoné yo también.