19 octubre 2015

Entre tantas cosas


Entre tus fronteras y mis principios se ha formado un desierto de arena.

Un desierto en el que acumular los intentos fallidos.

Nos miramos a través de una copa de vino.
Nos ponemos el disfraz que aún encaja en nuestros cuerpos.

Nos han crecido espinas con el transcurso de los años.
Las capas protectoras se amontonan y hemos aprendido a conformarnos.

Conseguimos hablar sin decirnos nada.
Sin tocar esas cuerdas de notas agudas que hacen estallar los cristales 
de nuestras burbujas.

Entre tus rutinas y mi tendencia a la disculpa
se ha formado una obviedad que no da lugar a dudas.

Brindamos sonrientes por la fuerza destructora de nuestro recipiente.
Cristal, liquido y nieve. Y para aportar color, algunos objetos inertes.

Brindar por la soledad que hemos elegido
por la falta de aire fresco y por el poco contenido.
Brindar por el frío, por la gravedad que persigues incesante,
por no saber mirarme, por esos pasos de puntillas que jamás dejaron huella.

Sacrifiqué mis mariposas en el altar de tu pragmatismo.
Cuando las ves morir, ya nunca eres el mismo.

Entre tu falta de empatía y el suicida derroche de la mía
se ha creado un desequilibrio de enormes proporciones.

Aquí en mi pequeñez todo son tus condiciones.

El ruido de nuestras esferas al chocar
acallo el murmullo de la nieve al caer.